La Alhambra - Granada - Andalucía 🇪🇸

La ALHAMBRA de GRANADA

El conjunto palaciego andalusí de la Alhambra en Granada, uno de los monumentos más emblemáticos de la historia de España y un ejemplo destacado de la arquitectura islámica medieval en la Península Ibérica. 


La historia de la Alhambra comienza con la construcción de una fortaleza en el año 889 por el emir Zawi ibn Ziri, aunque la mayor parte del complejo actual fue erigido durante el reinado de Muhammad I, fundador de la dinastía nazarí, en el siglo XIII. La Alhambra comenzó como una simple fortaleza, pero con el tiempo se fue transformando en un complejo palaciego que sirvió como residencia de los sultanes y un centro de poder político, administrativo y cultural para los nazaríes.


Los Palacios Nazaríes es la sección más conocida y visitada de la Alhambra. Esta área palaciega está dividida en tres zonas principales: el Mexuar, el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones. El Mexuar era el espacio destinado a las audiencias y funciones administrativas, y es conocido por su Sala del Mexuar, decorada con intrincados detalles de yeserías y cerámicas. En el Palacio de Comares, el sultán recibía a los embajadores y lideraba la corte. La Sala de los Embajadores, con su magnífica decoración y su fuente central, es un claro ejemplo del esplendor del lugar. El Palacio de los Leones es la zona más privada de los sultanes, famosa por su Patio de los Leones, donde una fuente sostenida por doce leones de mármol simboliza la justicia del sultán.


La Alcazaba es la fortaleza original de la Alhambra, y constituye uno de los elementos más antiguos del complejo. En sus muros y torres se podían vigilar las fronteras y proteger el palacio. La Torre de la Vela, que se erige sobre la Alcazaba, es una de las estructuras más altas y emblemáticas, desde donde se obtienen vistas panorámicas de la ciudad de Granada y sus alrededores. Además de la Alcazaba, el complejo incluye diversas torres y murallas que conforman la parte defensiva de la Alhambra.


El Generalife es otro de los elementos más destacados del conjunto, un palacio-jardín situado al este de los Palacios Nazaríes. El Generalife servía como lugar de descanso para los sultanes, y sus jardines están diseñados según los principios de la jardinería islámica. El Patio de la Acequia, con una acequia central que divide el jardín, es uno de los espacios más representativos de este lugar, donde el agua fluye a través de canales que dan forma y vida a los jardines. Las fuentes, los cipreses y las flores que lo rodean contribuyen a crear un ambiente de serenidad y armonía con la naturaleza.


El Palacio de Carlos V, de estilo renacentista, fue construido por el emperador Carlos I en el siglo XVI, tras la conquista de Granada. Su construcción en el interior de la Alhambra supuso una fuerte intervención en el conjunto musulmán, pero su estructura circular en el interior crea un contraste interesante con las formas rectilíneas del edificio. Hoy en día, el Palacio de Carlos V alberga el Museo de la Alhambra y el Museo de Bellas Artes de Granada, lo que permite a los visitantes apreciar tanto la historia del complejo como su riqueza artística.


La Puerta del Vino es una de las principales entradas de la Alhambra, ubicada en el lado sur del complejo. Esta puerta monumental, que servía como acceso principal, es una de las construcciones más emblemáticas de la muralla. Desde allí se accede a diversas partes del complejo, incluida la zona de los Baños Reales, un lugar donde los musulmanes practicaban rituales de limpieza y relajación, conocido por sus intrincadas bóvedas y sistemas de calefacción.


La Alhambra no solo es un testimonio de la magnificencia de la civilización nazarí, sino también una muestra de la interacción de culturas que tuvo lugar en la Península Ibérica. La influencia cristiana se refleja en algunas de las transformaciones y añadidos que se hicieron al complejo después de la Reconquista, como el Palacio de Carlos V, pero el núcleo islámico se mantuvo intacto, con su refinada decoración en yeserías, madera tallada y azulejos.


En 1984, la Alhambra fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, debido a su incalculable valor histórico, artístico y cultural. Hoy en día, es uno de los destinos turísticos más visitados de España, y sigue siendo un símbolo de la grandeza del pasado musulmán en la península, uniendo arte, arquitectura, historia y naturaleza en un solo espacio único. La Alhambra sigue siendo un testimonio de la riqueza cultural que definió a la ciudad de Granada y un lugar que invita a la reflexión sobre la convivencia y las tradiciones compartidas y recorremos en su totalidad en este vídeo del Canal de YouTube con el reportaje fotográfico.


Alcazaba de La Alhambra

La Alcazaba de la Alhambra es la fortaleza más antigua y una de las estructuras más emblemáticas del complejo de la Alhambra en Granada, España. Situada en el extremo occidental del cerro de la Sabika, ofrece vistas panorámicas de la ciudad y de la vega granadina. Su construcción se remonta al siglo IX, aunque la mayor parte de la estructura actual corresponde a ampliaciones realizadas durante el reinado de los sultanes nazaríes en los siglos XIII y XIV.  

La Alcazaba tiene una planta aproximadamente triangular, cuyos vértices son la Torre de la Vela al oeste, la Torre del Homenaje al noreste y la Torre Hueca al sureste. El espacio vacío dentro de las murallas de este triángulo está ocupado por una zona residencial con servicios urbanos. La fortaleza está protegida por múltiples capas de murallas, especialmente evidentes en el lado norte, donde está defendida por hasta tres líneas de murallas correspondientes a distintos elementos del sistema defensivo de la Alhambra.  

La Torre del Homenaje, situada en la esquina noreste de la fortaleza, es la torre más alta de la Alcazaba, con 26 metros de altura. Debido a su posición dominante, servía como torre del homenaje y puesto de mando militar del complejo, desde donde los comandantes nazaríes coordinaban las defensas de la Alhambra en caso de ataque. Desde la terraza se podían enviar señales visuales a otras torres de vigilancia de la zona, posiblemente con la ayuda de espejos o señales de humo.  

En el interior de la Alcazaba se encontraba un pequeño barrio residencial conocido como Barrio Castrense, habitado por los guardias de élite de la Alhambra y sus familias. Este barrio estaba organizado en torno a una calle principal que lo dividía en dos zonas, con viviendas dispuestas a ambos lados. Cada casa giraba en torno a un patio interior, siguiendo la arquitectura típica de las casas andalusíes de la época.  

La Torre de la Vela, situada en la parte superior de la Alcazaba, es otro de los elementos destacados. Según la tradición, cuando Granada y la Alhambra fueron entregadas a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, la bandera de Castilla fue izada ese mismo día sobre la Torre de la Vela.  

La Alcazaba de la Alhambra es un testimonio de la grandeza y complejidad de la civilización nazarí, reflejando la importancia de la defensa y la organización social en la época medieval. Hoy en día, es uno de los principales atractivos turísticos de Granada, ofreciendo a los visitantes una visión única de la historia y la arquitectura islámica en España.. Aquí el Reportaje de la Alcazaba.


El Generalife

La villa palaciega y los jardines del Generalife forman una parte esencial del complejo monumental de la Alhambra en Granada, y representan un hito en la historia de la arquitectura y jardinería islámica. Su construcción comenzó en el siglo XIII, bajo la dinastía nazarí, siendo utilizados como residencia de verano por los sultanes de Granada. El nombre “Generalife” proviene de la palabra árabe “Jannat al-‘Arīf”, que significa “Jardín del Arquitecto” o “Jardín del Alarife”, un término que refleja la profunda conexión entre la naturaleza y la arquitectura, elementos que se integran armoniosamente en el diseño del lugar.

Ubicado en el Cerro del Sol, al este de la Alhambra, el Generalife se compone de una serie de patios, jardines y edificaciones, diseñados para ofrecer un entorno de paz y recreo para la familia real nazarí. El lugar es una muestra clara de la habilidad de los arquitectos islámicos para fusionar el espacio natural con la edificación, creando un refugio que celebraba tanto la belleza natural como el refinamiento arquitectónico.


Uno de los principales elementos del Generalife es el Patio de la Acequia, que constituye el núcleo central del jardín. En este patio, una larga acequia recorre el centro, flanqueada por una exuberante vegetación de árboles y flores, lo que genera una atmósfera fresca y relajante. Las fuentes y los canales que atraviesan el patio no solo son una muestra de la destreza hidráulica de los musulmanes, sino también elementos que contribuyen a la serenidad del entorno, creando un espacio perfecto para la contemplación.

Otro de los patios más destacados es el Patio de la Sultana, de forma rectangular, que alberga una alberca central rodeada de jardines y galerías. Desde este punto, los visitantes pueden disfrutar de unas vistas panorámicas impresionantes de la ciudad de Granada y las montañas circundantes, lo que acentúa la conexión entre el espacio arquitectónico y su entorno natural.


Además de estos patios históricos, el Generalife también incluye los Jardines Nuevos, que fueron diseñados en el siglo XX. Estos jardines han sido creados siguiendo las tradiciones granadinas de incorporar elementos como fuentes, cipreses y flores, respetando el estilo original de los jardines nazaríes. La integración de estos jardines modernos ha enriquecido la belleza del Generalife, asegurando que el legado estético y cultural del lugar se preserve para futuras generaciones.

El Generalife fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, junto con la Alhambra, debido a su gran valor histórico y cultural. Este reconocimiento resalta no solo la belleza estética del lugar, sino también la relación profunda entre el arte, la naturaleza y la vida cotidiana de los sultanes nazaríes. Hoy en día, el Generalife sigue siendo uno de los principales destinos turísticos de Granada, ofreciendo a los visitantes un refugio de tranquilidad, historia y belleza que sigue cautivando a quienes lo recorren.


Jardines del Generalife

Los Jardines del Generalife, integrados en el conjunto monumental de la Alhambra de Granada, constituyen uno de los ejemplos más notables de jardín andalusí conservado hasta nuestros días. Diseñados como lugar de retiro y descanso para los sultanes de la dinastía nazarí, fueron construidos a mediados del siglo XIII, durante el reinado de Muhammad II o su sucesor Muhammad III, en una finca agrícola de carácter palaciego conocida como almunia, situada en las laderas del cerro del Sol, frente al núcleo principal de la Alhambra.

El Generalife no fue concebido como residencia oficial, sino como refugio estival y espacio de contemplación, apartado del bullicio cortesano. Su estructura combina arquitectura, agua y vegetación de forma magistral, conforme al ideal islámico del paraíso terrenal. El conjunto se organiza en torno a patios, huertos y jardines, con un elaborado sistema hidráulico que permitía la irrigación y la ornamentación mediante fuentes y acequias.

Entre sus espacios más célebres se encuentra el Patio de la Acequia, núcleo central del palacio del Generalife. Se trata de un patio longitudinal con una alberca central de origen nazarí, flanqueada por arriates floridos, surtidores y galerías porticadas. Esta disposición genera una atmósfera de frescor, simetría y armonía, con el sonido del agua como elemento protagonista. Por otro lado, el Patio del Ciprés de la Sultana, con su conocido ciprés centenario, ha sido tradicionalmente vinculado a leyendas de amor cortesano, aunque su actual disposición corresponde a reformas posteriores.

Los jardines están divididos en dos sectores: los Jardines Bajos, más cercanos al acceso actual y organizados en terrazas ajardinadas de los siglos XIX y XX, y los Jardines Altos, más próximos a la estructura palatina original y que incluyen elementos históricos como la Escalera del Agua (Escalera del Agua del Generalife). Esta singular escalera, flanqueada por barandillas labradas en piedra por donde discurre el agua, constituye un ejemplo excepcional del uso simbólico y práctico del agua en la arquitectura andalusí.

Además del valor paisajístico, los Jardines del Generalife reflejan el nivel de refinamiento estético, técnico y simbólico alcanzado por la corte nazarí. La integración del agua, la vegetación y la arquitectura responde a un modelo de vida en el que la naturaleza domesticada se convierte en prolongación del espacio espiritual y doméstico. Hoy en día, el Generalife es parte integrante del conjunto declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984, y su visita permite comprender con profundidad el modo de vida y el legado artístico del último reino islámico de la península ibérica.


Palacios Nazaríes

Los Palacios Nazaríes son una de las estructuras más representativas de la Alhambra de Granada y constituyen el núcleo palaciego principal del complejo, que fue la residencia de los sultanes nazaríes y su corte. La construcción de estos palacios comenzó en el siglo XIII, bajo el mandato de Alhamar, el fundador de la dinastía nazarí, y se extendió hasta el siglo XIV, siendo completado en su mayoría por su hijo Muhammad II. Este conjunto arquitectónico es una obra maestra de la arquitectura islámica en España, y destaca por su complejidad, belleza y simbolismo.


Los Palacios Nazaríes se componen de tres secciones principales que están interconectadas pero que cumplen diferentes funciones. La primera es el Mexuar, que servía como sala de audiencias y tribunal de justicia. Aquí, el sultán presidía las cuestiones de gobierno y justicia. La Sala del Mexuar, una de las estancias más importantes de esta sección, está decorada con intrincados detalles que reflejan la interacción de la cultura islámica con influencias cristianas. La decoración aquí incluye cerámica vidriada y yeserías que cubren paredes y techos, creando un ambiente lleno de elegancia y simbolismo.


El Palacio de Comares es la segunda sección y se considera la residencia oficial del sultán. Es famoso por la Sala de los Embajadores, también conocida como la Sala del Trono, que se encuentra en el corazón de este palacio. En esta sala, el sultán recibía a los embajadores y tenía lugar la corte. Esta sala destaca por su impresionante decoración, que incluye estucos de yeso, mármol y azulejos. La fuente central de la sala, situada bajo un techo decorado con una rica estalactita de madera, simboliza el trono del sultán y es un claro ejemplo de la importancia que se le daba al agua en la cultura islámica. Además, desde esta sala se puede acceder al Patio de los Arrayanes, donde los elegantes árboles de este nombre rodean un estanque que refleja la arquitectura del lugar, creando una imagen de calma y armonía.


La tercera sección es el Palacio de los Leones, que era una zona privada, diseñada para el disfrute y la tranquilidad del sultán y su familia. El Patio de los Leones es la joya de este palacio, famoso por su fuente central, que está sostenida por doce leones de mármol. Este patio simboliza la justicia y el poder del sultán, y está rodeado por una galería de columnas de mármol que otorgan un aire de equilibrio y serenidad al conjunto. La estructura arquitectónica del patio está compuesta por arcadas que enmarcan el entorno y permiten una transición entre el interior y el exterior del palacio. Además, los jardines que rodean el patio están diseñados siguiendo las pautas de la jardinería islámica, con una cuidada disposición de fuentes y plantas que ofrecen un espectáculo visual.


La decoración de los Palacios Nazaríes es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura islámica. Los intrincados detalles decorativos, como los azulejos, yeserías finamente labradas y madera tallada, son característicos de este estilo, que busca crear un ambiente armonioso y sereno. El agua, un elemento esencial en la cultura islámica, juega un papel clave en la arquitectura de los palacios, siendo utilizada en fuentes, estanques y canales que recorren los patios. Este uso del agua no solo tenía una función estética, sino también simbólica, representando la vida, la pureza y el paraíso.


Los Palacios Nazaríes fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, debido a su gran valor histórico y cultural. Este reconocimiento subraya la importancia de estos palacios como testimonio de la civilización nazarí y de la rica herencia cultural de Granada. Hoy en día, los Palacios Nazaríes siguen siendo uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, y representan una de las obras arquitectónicas más importantes de la España medieval. Su belleza y su complejidad siguen fascinando a los visitantes, que pueden sumergirse en la historia y el esplendor de la última gran civilización musulmana de la Península Ibérica.













Palacio del Partal

El Palacio del Partal constituye una de las edificaciones más antiguas del conjunto palatino de la Alhambra de Granada, y es también una de las más representativas de la arquitectura nazarí de transición. Fue edificado durante el breve reinado del sultán Muhammad III (1302–1309), quien promovió la ampliación de la ciudad palatina en el sector oriental, hacia la actual zona del Partal y el Generalife.


El nombre del palacio proviene del término árabe partal o bartal, que significa “pórtico”, en clara alusión a uno de los elementos arquitectónicos más destacados del edificio. La construcción se organiza en torno a un patio presidido por una gran alberca rectangular, eje del conjunto, que refleja el pórtico y la torre-mirador que lo acompaña. El pórtico cuenta con cinco arcos de herradura apuntados, sostenidos por columnas de mármol, que articulan el espacio de transición entre el patio y las estancias interiores.



El juego visual del agua y la arquitectura, en el que la imagen del edificio queda reflejada en la superficie de la alberca, es un rasgo distintivo de la estética palaciega nazarí, que encuentra en el Partal una de sus expresiones más tempranas. 


La disposición del espacio responde al esquema habitual de la arquitectura residencial islámica: una planta rectangular organizada en torno al patio y con salas principales en los extremos.


A nivel decorativo, el interior del Partal conserva restos significativos de zócalos de alicatado, yeserías policromadas con motivos epigráficos y vegetales, y una armadura de madera en el techo del pórtico, muestra del refinamiento artístico de los talleres granadinos del siglo XIV.



 Junto al edificio principal se encuentra una torre-mirador, conocida como la Torre de las Damas, que formaba parte del conjunto palaciego original y cuya planta baja aún conserva parte de su decoración primitiva.


Aunque el palacio sufrió transformaciones y deterioros a lo largo de los siglos, fue objeto de restauraciones arqueológicas a partir del siglo XX, lo que ha permitido recuperar su trazado original y preservar sus elementos más valiosos. 


En su entorno se han hallado los restos de otros palacios y residencias, configurando el llamado Barrio Alto del Partal, que hoy puede visitarse como parte del recorrido monumental de la Alhambra.


El Palacio del Partal no solo destaca por su antigüedad y elegancia, sino también por su valor simbólico, al representar el modelo de residencia aristocrática nazarí, donde la arquitectura, el paisaje y el agua se funden en un todo armónico, reflejo de la visión islámica del paraíso.


Oratorio del Partal

El Oratorio del Partal es uno de los espacios más singulares y menos conocidos del conjunto palaciego de la Alhambra de Granada. Se trata de un pequeño edificio de planta rectangular, ubicado junto al estanque y los jardines del Palacio del Partal, en el sector oriental del recinto nazarí. Su construcción data del reinado de Yusuf I (1333–1354), uno de los monarcas más relevantes de la dinastía nazarí, bajo cuyo mandato se promovió una intensa actividad constructiva que consolidó la forma definitiva de la Alhambra como ciudad palatina islámica.

Concebido como un espacio de recogimiento y oración, el oratorio forma parte de la tradición islámica de integrar ámbitos religiosos dentro del entorno palaciego, permitiendo al sultán y a sus cortesanos practicar la fe de forma privada en un entorno reservado y sereno. Su ubicación estratégica, junto a los jardines y con vistas hacia el valle del Darro, acentúa el carácter contemplativo del lugar, en consonancia con la estrecha relación entre espiritualidad, arquitectura y naturaleza en el mundo andalusí.

En el interior, el oratorio conserva un mihrab orientado hacia La Meca, elemento esencial en todo espacio de oración islámico, acompañado de decoraciones de yeso con motivos geométricos y epigráficos que recubren sus muros. La cubierta está formada por dos sistemas tradicionales de carpintería islámica: una armadura apeinazada, que cubre el espacio central, y un alfarje de menado, en el espacio contiguo, ambos ejemplos notables de la tradición maderera andalusí. Estas estructuras reflejan la riqueza técnica y simbólica de la arquitectura nazarí, donde la madera, el yeso y el espacio se combinan para crear atmósferas de belleza sobria y funcionalidad espiritual.

En el exterior del oratorio aún se conservan restos de decoración mural y yeserías en las fachadas principal y lateral, lo que sugiere que el edificio estaba originalmente revestido con una rica policromía, ahora muy deteriorada por el paso del tiempo. Estos vestigios permiten imaginar la viveza del conjunto original y su integración armónica con el entorno ajardinado del Partal, en un marco de jardines y estanques que servían como prolongación natural del espacio arquitectónico.

El Oratorio del Partal, aunque de dimensiones modestas, constituye un testimonio arquitectónico excepcional del refinamiento espiritual y artístico alcanzado por la corte nazarí en el siglo XIV. Su conservación dentro del conjunto monumental de la Alhambra, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984, permite al visitante comprender mejor la compleja organización del espacio palatino islámico, en el que la espiritualidad formaba parte esencial de la vida cortesana.


La Medina

La Medina de la Alhambra constituye el núcleo urbano histórico de la Alhambra, la majestuosa ciudad palatina construida por los nazaríes en el siglo XIII en la ciudad andaluza de Granada. 

Este espacio estaba destinado a albergar a la población que servía y mantenía el palacio real, incluyendo artesanos, comerciantes y funcionarios. La medina estaba organizada en calles y plazas que facilitaban la vida cotidiana, con viviendas, talleres y mercados que conformaban un vibrante centro urbano. Hoy en día, al recorrer la Alhambra, es posible apreciar restos de esta estructura urbana, como las calles estrechas y los patios interiores de las viviendas, que ofrecen una visión de la vida en la Alhambra durante su apogeo.  

Dentro de la misma se encuentran las ruinas del Palacio de los Abencerrajes, una de las residencias más destacadas de la nobleza granadina. Este palacio, atribuido al sultán Muhammad II en el último cuarto del siglo XIII, se erige en la Calle Real Alta de la medina. Aunque actualmente se conservan vestigios arqueológicos, como fragmentos de muros y elementos decorativos, el palacio original fue destruido en 1812 por las tropas napoleónicas. La tradición popular sostiene que en la Sala de los Abencerrajes se perpetró una masacre de nobles de esta familia, aunque los detalles históricos son inciertos. La sala destaca por su impresionante cúpula de mocárabes en forma de estrella de ocho puntas, que se abre sobre ocho trompas también de mocárabes, creando un efecto visual deslumbrante.  

El Convento de San Francisco se erige sobre lo que fue el Palacio de los Abencerrajes. Tras la conquista de Granada en 1492, los Reyes Católicos ordenaron la conversión de este palacio en un convento franciscano, conocido como San Francisco de la Alhambra. La iglesia del convento fue construida en el siglo XV, y en ella descansaron los restos de los Reyes Católicos hasta su traslado a la Capilla Real de Granada en 1521. A lo largo de los siglos, el convento ha sufrido diversas transformaciones y restauraciones. En la actualidad, el edificio alberga el Parador de Granada, un hotel de lujo que permite a los visitantes experimentar la historia y la arquitectura de este emblemático lugar.  

Estos tres elementos, la Medina, el Palacio de los Abencerrajes y el Convento de San Francisco, son testigos de la rica historia de la Alhambra, reflejando su evolución desde una ciudad palatina musulmana hasta un complejo monumental que fusiona diversas épocas y estilos arquitectónicos.


Palacio de los Abencerrajes

El denominado Palacio de los Abencerrajes es una de las construcciones históricas más enigmáticas del conjunto monumental de la Alhambra de Granada. Aunque tradicionalmente ha sido asociado con la leyenda de la familia noble de los Abencerrajes —supuestamente ejecutados en este lugar durante los últimos años del Reino Nazarí—, lo cierto es que el edificio tiene un origen mucho más antiguo. Su construcción se remonta al reinado de Muhammad II (1273–1302), segundo sultán de la dinastía nazarí, quien erigió este palacio como parte del primitivo núcleo palatino de la Alhambra, durante la segunda mitad del siglo XIII.

El palacio se articula en torno a un patio alargado en forma de cruz, esquema habitual en la arquitectura palatina andalusí de época nazarí. El espacio central está recorrido por una acequia descubierta, que servía tanto para el abastecimiento de agua como para potenciar el efecto estético de los reflejos y el frescor, en estrecha consonancia con la tradición islámica de vincular arquitectura, agua y jardines. En torno a este patio se distribuían las distintas estancias residenciales, hoy desaparecidas en gran parte, pero cuya planta se ha conservado en los trabajos arqueológicos llevados a cabo en las últimas décadas.

A diferencia de otras zonas más restauradas de la Alhambra, el Palacio de los Abencerrajes se encuentra en la actualidad en estado de yacimiento arqueológico, con restos visibles de muros, pavimentos y estructuras hidráulicas. A pesar de la ausencia de elevaciones completas, sus vestigios permiten comprender el sistema de distribución espacial y los elementos decorativos originales, y son de gran interés para el estudio de la evolución de la arquitectura palaciega nazarí.

El nombre con el que tradicionalmente se ha identificado este palacio proviene de una interpretación romántica de los siglos XVIII y XIX, especialmente difundida por escritores y viajeros europeos como Washington Irving, quienes recogieron la leyenda de que en este lugar fueron degollados los caballeros de la familia Abencerraje, acusados de traición por el último sultán de Granada. Aunque esta historia carece de base histórica documentada, contribuyó a la fama del lugar y a su inclusión dentro del imaginario literario sobre la Alhambra.

A pesar de su estado fragmentario, el Palacio de los Abencerrajes conserva un gran valor patrimonial como testimonio de las primeras etapas de la arquitectura nazarí, siendo un ejemplo de la compleja y refinada organización palaciega de los siglos XIII y XIV. Su integración en el recorrido de la Alhambra permite al visitante acceder a una visión más completa de la evolución histórica del recinto y apreciar la riqueza y diversidad de sus espacios, tanto los conservados como los que permanecen como huella arqueológica.


Convento de San Francisco

El Convento de San Francisco, ubicado dentro del conjunto monumental de la Alhambra de Granada, es un edificio de gran relevancia histórica y simbólica. Fundado en 1495, fue el primer convento cristiano establecido en Granada tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1492, convirtiéndose así en un emblema del cambio político y religioso que supuso el fin del Reino nazarí. Su emplazamiento no fue casual: el convento se construyó sobre los restos de un antiguo palacio nazarí del siglo XIV, edificado durante el reinado de Muhammad III (1302–1309), lo que revela una clara intención de continuidad física pero sustitución ideológica del poder.

El edificio nazarí original constaba de una sola planta con un patio rectangular alargado, atravesado longitudinalmente por una acequia descubierta, elemento típico de la arquitectura islámica andalusí. El conjunto estaba rematado por pórticos en sus extremos y un mirador central, probablemente con vistas al valle del Darro y a la ciudad de Granada. Aunque la transformación cristiana alteró considerablemente esta estructura, aún se conservan algunos de sus elementos esenciales, visibles en los espacios interiores del actual inmueble.

A lo largo de los siglos, el convento fue objeto de sucesivas intervenciones arquitectónicas. En el siglo XVI se añadió una iglesia conventual, y se construyó una cripta funeraria que fue destinada originalmente a albergar los restos mortales de los Reyes Católicos, antes de su traslado definitivo a la Capilla Real de Granada en 1521. Esta función sepulcral otorgó al lugar un valor simbólico de primer orden dentro del proceso de cristianización de la ciudad.

Las reformas más significativas se llevaron a cabo en el siglo XVIII, cuando se construyeron el claustro barroco, la portada principal y la torre campanario, dotando al conjunto de una imagen acorde al estilo conventual de la época, aunque con elementos de tradición mudéjar aún visibles en los espacios interiores. La fusión de estilos y épocas convierte al convento en un testimonio singular de la superposición de culturas que caracteriza a la Alhambra.

En el siglo XX, tras un largo periodo de abandono y uso militar, el edificio fue restaurado y adaptado para acoger el Parador de Turismo de Granada, inaugurado en 1945. Esta reutilización, llevada a cabo respetando su valor patrimonial, ha permitido conservar buena parte de su arquitectura original y poner en valor su compleja historia.

El Convento de San Francisco representa, en definitiva, un enclave de gran significado en el corazón de la Alhambra: lugar de memoria del pasado islámico, símbolo del poder cristiano tras la conquista y ejemplo de cómo el patrimonio puede ser reutilizado sin perder su identidad. Su integración en el paisaje monumental, rodeado de jardines, murallas y torres, lo convierte en una pieza clave dentro del conjunto declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984.


Palacio de Carlos V

El Palacio de Carlos V es una destacada construcción renacentista ubicada en el corazón de la Alhambra de Granada, España. Encargado por el emperador Carlos V tras su visita a la ciudad en 1526, el palacio fue diseñado por el arquitecto Pedro Machuca, quien se inspiró en las formas clásicas italianas para crear una estructura que simbolizara el poder imperial.  


La edificación presenta una planta cuadrada de 63 metros de lado y 17 metros de altura en sus fachadas principales. En su interior, destaca un patio circular de 31 metros de diámetro, rodeado por una doble galería de columnas dóricas en el nivel inferior y jónicas en el superior, creando un efecto visual armonioso y equilibrado.  


Aunque la construcción comenzó en 1527, el palacio permaneció sin techo durante siglos debido a diversas interrupciones en las obras. No fue hasta 1923 que se iniciaron trabajos de restauración que culminaron en 1958, permitiendo finalmente su uso como sede de museos. Actualmente, alberga el Museo de Bellas Artes de Granada y el Museo de la Alhambra, ofreciendo a los visitantes una visión profunda de la historia y el arte de la región.  


El Palacio de Carlos V se erige como un ejemplo sobresaliente de la arquitectura renacentista en España, fusionando elementos clásicos con la tradición islámica de la Alhambra, y representa un testimonio del esplendor histórico de Granada.





Puerta del Vino

La Puerta del Vino, situada en el recinto alto de la Alhambra de Granada, es uno de los accesos monumentales más antiguos y enigmáticos del conjunto palatino. Su denominación actual se remonta a una evolución fonética del árabe Bāb al-Ḥamrā (باب الحمراء), que significa “Puerta de la Alhambra” o “Puerta Roja”, y que fue transformada popularmente en Bib al-Jamra, es decir, “Puerta del Vino”. Esta confusión lingüística fue reforzada por una práctica instaurada tras la conquista cristiana: los vecinos de la Alhambra disfrutaban del privilegio de adquirir vino libre de impuestos, que era depositado en este lugar.

El acceso presenta una estructura arquitectónica singular, formada por un doble arco de herradura apuntado y una portada exterior construida en piedra arenisca tallada, que se remonta al final del siglo XIII o comienzos del siglo XIV, probablemente bajo el reinado de Muhammad II. Sobre el arco se conserva una alfiz con decoración epigráfica, y un hueco que pudo albergar un balcón o ventana para la vigilancia. Esta portada conserva aún el carácter sobrio y macizo característico de las puertas defensivas de la Alhambra.

En cambio, la portada interior, mucho más decorativa y refinada, fue añadida en época posterior, después del año 1367, bajo el reinado de Muhammad V. Está decorada con yeserías finamente labradas con motivos vegetales, epigráficos y geométricos, así como azulejos de cuerda seca de vivos colores, que representan un refinado ejemplo de la cerámica nazarí. El contraste entre la sobriedad exterior y la riqueza decorativa interior refleja la transición entre los espacios públicos y los ámbitos más privados del recinto palatino.

La Puerta del Vino se ubica entre la medina de la Alhambra, donde se asentaban viviendas y servicios, y las zonas palaciegas y defensivas, como el Palacio de Comares y la Alcazaba. Su función era, por tanto, tanto práctica como simbólica, marcando el paso entre distintos espacios con funciones diferenciadas dentro del conjunto.

A lo largo de los siglos, la puerta ha suscitado gran interés no solo por su arquitectura, sino también por su significado cultural. Fue representada por artistas como David Roberts en el siglo XIX y por Claude Debussy, que se inspiró en ella para una de sus composiciones pianísticas, titulada precisamente La Puerta del Vino (La Puerta del Vino, 1910).

Este acceso, que ha sido objeto de restauraciones modernas, constituye uno de los ejemplos más significativos del arte hispano-musulmán nazarí y un punto emblemático en la compleja topografía simbólica y funcional de la Alhambra.


Puerta de la Justicia

La Puerta de la Justicia, también conocida como Puerta de la Explanada, constituye uno de los accesos exteriores más imponentes y emblemáticos de la Alhambra de Granada. Fue mandada construir en el año 1348 por el sultán Yusuf I, siendo no solo una entrada monumental al recinto palatino, sino también una expresión del poder y la espiritualidad del islam nazarí. Su situación, dominando la explanada sur y sirviendo de entrada principal desde la ciudad baja, la convirtió desde su origen en un símbolo visual y político del conjunto.

El acceso se estructura mediante un gran arco de herradura apuntado, en cuya clave aparece tallada una mano abierta, símbolo de la protección divina en la tradición islámica. En el interior del arco que da paso al recinto, se representa una llave, otro símbolo islámico relacionado con la fe y la entrada al paraíso. Ambos elementos han sido tradicionalmente interpretados como emblemas de la fortaleza inexpugnable de la Alhambra: se decía que si la mano y la llave llegaban a encontrarse, caería el reino.

Encima del arco principal, ya en época cristiana, fue colocada una escultura de la Virgen y el Niño, obra gótica del escultor Roberto Alemán, por orden de los Reyes Católicos. Esta intervención, simbólicamente superpuesta sobre la inscripción árabe fundacional de la puerta, ejemplifica el proceso de cristianización del recinto tras la conquista de Granada en 1492.

La portada está enmarcada por cuatro columnas adosadas, cuyos capiteles están decorados con la shahada, la profesión de fe musulmana. Las hojas de madera originales del portón, reforzadas con planchas de hierro y herrajes de época, aún se conservan, lo que permite valorar la autenticidad de este acceso defensivo.

En su interior, la puerta presenta la típica estructura de fortaleza con doble recodo, diseñada para dificultar la entrada de posibles enemigos. Las bóvedas de aristas y la cúpula decorada con ladrillo rojo fingido son elementos característicos de la arquitectura nazarí del siglo XIV, y dan cuenta del cuidado estético incluso en los espacios estrictamente funcionales.

Frente a la puerta, una calle antemuro conforma el espacio de recepción y defensa inmediata, donde se conservan algunas lajas sepulcrales reutilizadas, lo que aporta un matiz arqueológico de interés a la zona. Todo ello convierte a la Puerta de la Justicia no solo en un punto de tránsito, sino en un verdadero monumento cargado de significado histórico, religioso y simbólico, cuya monumentalidad impresiona aún hoy a quienes acceden al recinto por este camino.


Pilar de Carlos V

El Pilar de Carlos V es una fuente monumental del Renacimiento español, situada en el entorno de la Puerta de la Justicia dentro del recinto de la Alhambra de Granada, en la región de Andalucía, España. Fue erigida en el año 1545, durante el reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, como parte del ambicioso programa de reformas y embellecimiento del conjunto palaciego que el monarca emprendió tras la conquista del Reino nazarí de Granada.

El diseño de la fuente se debe al arquitecto italiano Nicolao da Corte, activo en Andalucía durante el siglo XVI, quien ideó una composición renacentista plenamente integrada en el contexto paisajístico y monumental del recinto. La fuente consta de un gran pilar de piedra rematado por una estructura circular en forma de templete, en cuyo frente se representa la alegoría de los tres ríos de Granada: el Darro, el Genil y el Beiro. Estas figuras, esculpidas con gran detallismo, evocan la fertilidad y riqueza natural del territorio granadino, además de simbolizar la integración del nuevo poder imperial con la herencia andalusí.

Su ubicación, en el bosque de la Alhambra, al pie de la empinada cuesta que lleva a la ciudadela, y junto a una de las entradas más emblemáticas del recinto —la Puerta de la Justicia—, refuerza su carácter simbólico como umbral entre el mundo exterior y el interior del antiguo palacio nazarí. El sonido del agua que fluye por sus caños, junto al rumor del bosque, contribuye a crear una atmósfera de recogimiento que ha sido celebrada por viajeros y artistas desde el Romanticismo.

El Pilar de Carlos V es también una expresión temprana del gusto imperial por los valores del clasicismo renacentista, en contraposición al arte islámico que caracteriza la mayor parte de la Alhambra. Su construcción forma parte de un proceso de apropiación simbólica del espacio por parte de los monarcas hispánicos, culminado con el Palacio de Carlos V, situado en el corazón del recinto, y con otras intervenciones destinadas a consolidar la presencia del Imperio en este lugar cargado de memoria histórica.

Hoy, el Pilar constituye no sólo un elemento arquitectónico de indudable valor artístico, sino también un símbolo de transición histórica, reflejo del encuentro —y en cierto modo, del enfrentamiento— entre dos mundos: el islam nazarí y la cristiandad imperial. Como tal, representa uno de los lugares de mayor carga simbólica dentro del conjunto monumental de la Alhambra, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984.


Puerta de las Granadas

La Puerta de las Granadas, situada al inicio del camino que asciende desde la ciudad de Granada hacia la Alhambra, es uno de los accesos monumentales más destacados del conjunto histórico. Fue construida a mediados del siglo XVI, en torno al año 1536, por orden del emperador Carlos V, como parte del programa de intervenciones renacentistas que buscaban consolidar la presencia del poder imperial en el antiguo recinto nazarí. Su ejecución se enmarca dentro de la transición estilística que vivía la arquitectura española tras la conquista del Reino de Granada en 1492.

De estilo renacentista, la puerta es una obra atribuida al arquitecto Pedro Machuca, autor también del cercano Palacio de Carlos V. Su diseño, inspirado en los arcos de triunfo romanos, responde a criterios de sobriedad clásica y orden simétrico. El monumento se compone de tres vanos: un arco central de medio punto para el paso de carruajes y dos puertas laterales adinteladas, más estrechas, para el paso de personas. La composición, austera pero monumental, está coronada por un entablamento decorado con relieves de granadas, símbolo heráldico de la ciudad y emblema del nuevo dominio cristiano. Este motivo vegetal, repetido en varios elementos escultóricos, refuerza la idea de la toma definitiva de Granada como parte del imaginario del Imperio español.

La puerta marca un punto de transición simbólica y espacial: al atravesarla, el visitante deja atrás el urbanismo de la ciudad medieval cristiana y se adentra en el bosque de la Alhambra, un recorrido ascendente que conduce hasta la Puerta de la Justicia y los principales accesos del recinto palaciego. Esta ubicación liminar convierte a la Puerta de las Granadas en un umbral entre dos mundos —la ciudad y la fortaleza, lo profano y lo regio—, anticipando el cambio de lenguaje artístico entre el legado islámico y la arquitectura renacentista que el emperador quiso imponer como señal de continuidad con la tradición imperial romana.

A lo largo de los siglos, la Puerta de las Granadas ha conservado su función simbólica y ceremonial, y continúa siendo uno de los lugares más fotografiados y transitados del entorno monumental. Su integración en el bosque de la Alhambra, plantado en época moderna, le confiere un carácter escénico que potencia su efecto monumental al final del Paseo del Padre Manjón (antiguo Paseo de los Tristes).

En conjunto, esta puerta no solo constituye una muestra representativa del Renacimiento español en su vertiente imperial, sino que también encarna el proceso de reconfiguración cultural y política del antiguo territorio nazarí, expresando en piedra el nuevo poder que se imponía tras la caída del último reino islámico de la Península. Como parte del conjunto monumental de la Alhambra, fue incluida en la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984.


Y unas cuantas fotografías más de esta maravilla. 


















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