LISBOA
La Muy Nobre e Sempre Leal ciudad de Lisboa, capital del distrito homónimo y de la región de Lisboa, se alza sobre siete colinas en la margen norte del estuario del río Tajo, abierta hacia el Atlántico y con una historia que se remonta a los tiempos más antiguos de la península ibérica.
De fundación probable fenicia y posterior ocupación romana bajo el nombre de Olisipo, fue plaza importante bajo los visigodos y más tarde durante el dominio musulmán, hasta su conquista definitiva en 1147 por el rey Alfonso Henriques con ayuda de cruzados nórdicos. Desde entonces, Lisboa se consolidó como sede del poder real, y fue elevada a capital del reino portugués en el siglo XIII. Su papel fue decisivo durante la Era de los Descubrimientos, cuando se convirtió en uno de los principales puertos comerciales de Europa.
El centro histórico de la ciudad conserva importantes huellas de su pasado, a pesar del devastador terremoto de 1755. La Baixa Pombalina, reconstruida tras la catástrofe bajo dirección del Marqués de Pombal, constituye uno de los conjuntos urbanísticos neoclásicos más significativos de Europa, con calles rectilíneas y plazas abiertas como la Praça do Comércio, que se abre al Tajo con su célebre arco triunfal y las fachadas porticadas. Más al norte, el barrio del Rossio (Praça Dom Pedro IV) alberga el Teatro Nacional Doña María II, de estilo neoclásico (1846), y es eje tradicional de la vida ciudadana.
Sobre la colina oriental se eleva el Castillo de San Jorge (Castelo de São Jorge), fortaleza medieval reformada durante la Edad Moderna, desde donde se domina toda la ciudad. A sus pies se despliega el barrio de Alfama, el más antiguo de Lisboa, con su trazado medieval, calles empedradas, casas populares y numerosas iglesias como la de Santo Estêvão o la Catedral de Santa María Maior (Sé de Lisboa), templo románico-gótico iniciado hacia 1147 y objeto de reformas sucesivas.
En el barrio de Belém se conservan los más célebres testimonios del esplendor manuelino. La Torre de Belém, construida entre 1514 y 1519 por Francisco de Arruda como fortaleza de defensa del estuario, y el Monasterio de los Jerónimos (Mosteiro dos Jerónimos), iniciado en 1501 según diseño de Diogo de Boitaca y proseguido por João de Castilho, constituyen monumentos insignes del arte portugués del Renacimiento, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad. En sus inmediaciones se hallan también el Monumento a los Descubrimientos (1960) y varios museos nacionales.
Lisboa ofrece además un vasto repertorio de arquitectura barroca, neoclásica y contemporánea. La Basílica da Estrela (terminada en 1790), la iglesia de San Roque (con interiores jesuíticos del siglo XVI) o el moderno Pabellón de Portugal de Álvaro Siza Vieira, en el recinto de la Expo 98, son algunos ejemplos destacados. Diversos miradores tradicionales como el de Santa Catarina o el de Senhora do Monte permiten contemplar en conjunto la morfología urbana de la ciudad, que conjuga su carácter marítimo con la huella indeleble de su historia y conocemos a través del vídeo con el reportaje fotográfico del Canal deYouTube.
BARRIOS y PLAZAS de LISBOA
Chiado - Bairro Alto
Sobre las colinas occidentales del centro histórico de Lisboa se alzan el Bairro Alto y el Chiado, dos de los barrios más representativos y cargados de historia de la capital portuguesa. A pesar de su proximidad geográfica, conservan caracteres propios y han desempeñado funciones distintas en la vida cultural, social y urbana de la ciudad desde la Edad Moderna.
El Bairro Alto, surgido a finales del siglo XV como ensanche residencial fuera de las murallas, se consolidó entre los siglos XVI y XVII con un trazado en damero característico, que lo distingue de otros barrios más irregulares como la Alfama. Fue lugar de residencia de artesanos, comerciantes y, más adelante, imprenteros y periodistas. Durante los siglos XIX y XX adquirió fama como epicentro de la vida nocturna lisboeta, acogiendo casas de fado, tabernas tradicionales y redacciones de periódicos. Su arquitectura es predominantemente popular, con edificios de dos a cuatro plantas, balcones de hierro forjado y fachadas recubiertas de azulejos. La iglesia de São Roque, edificada en el siglo XVI por la Compañía de Jesús, destaca por su sobriedad exterior y la riqueza de su decoración interior, con capillas barrocas y elementos traídos de Roma, incluyendo la célebre Capilla de San Juan Bautista, realizada en mármoles y piedras preciosas.
En cambio, el Chiado ha sido desde el siglo XVIII el barrio de la burguesía ilustrada, el comercio refinado y la intelectualidad lisboeta. Gravemente dañado por un incendio en 1988, fue objeto de una cuidada rehabilitación dirigida por el arquitecto Álvaro Siza Vieira, que permitió recuperar tanto edificios históricos como funciones culturales y comerciales. Aquí se concentran librerías emblemáticas, teatros históricos como el Teatro Nacional de São Carlos (1793, de estilo neoclásico) y cafés tradicionales como A Brasileira, punto de encuentro de escritores y artistas, entre ellos Fernando Pessoa, cuya estatua preside la terraza del local.
Ambos barrios representan dos facetas complementarias de Lisboa: el Chiado, como espacio elegante de expresión artística y modernidad burguesa, y el Bairro Alto, como núcleo popular y vibrante, en cuyas calles empedradas resiste todavía la vida nocturna y la tradición musical del fado. Separados físicamente por el Convento do Carmo —conservado como ruina gótica tras el terremoto de 1755 y sede del Museo Arqueológico— y unidos por elevadores históricos como el de Santa Justa o el de Bica, el Chiado y el Bairro Alto condensan en sus trazados la complejidad urbana y la riqueza histórica de Lisboa.
Praça Luís de Camões
La Praça Luís de Camões, conocida popularmente como «Largo do Camões», es una de las plazas más emblemáticas del centro histórico de Lisboa, situada en la confluencia entre los barrios del Chiado y Bairro Alto. Este espacio urbano debe su nombre al célebre poeta Luís de Camões (1524-1580), autor de “Os Lusíadas”, obra fundamental de la literatura portuguesa, cuya estatua en bronce preside la plaza desde 1867.
El Largo do Camões ha sido tradicionalmente un punto neurálgico de la vida social, cultural y comercial lisboeta. Su configuración actual, de planta rectangular y pavimento de calçada portuguesa, refleja el estilo urbano del siglo XIX, fruto de sucesivas intervenciones que consolidaron el espacio como un lugar de encuentro y paso obligado entre dos de los barrios más dinámicos de la ciudad.
Alrededor de la plaza se encuentran edificios de interés arquitectónico y cultural, entre ellos varias casas señoriales del siglo XVIII y XIX, con fachadas decoradas con azulejos y balcones de hierro forjado. Destaca también la proximidad a emblemáticos cafés y librerías históricas que han sido punto de reunión de intelectuales y artistas lisboetas.
La Praça Luís de Camões continúa siendo hoy un espacio vital dentro del entramado urbano de Lisboa, donde convergen tradición literaria, historia y vida cotidiana, consolidándose como un símbolo del patrimonio cultural de la capital portuguesa.
Baixa Pombalina
La Baixa Pombalina es el barrio que constituye el centro histórico y comercial de la parte baja de Lisboa, reconstruido íntegramente tras el devastador terremoto de 1755. Su nombre proviene del marqués de Pombal, Sebastião José de Carvalho e Melo, quien lideró el ambicioso proyecto urbanístico para levantar una nueva ciudad moderna, funcional y segura, con amplias calles rectilíneas y una estructura ordenada que contrastaba con el trazado medieval previo.
El diseño de la Baixa Pombalina se caracteriza por sus amplias avenidas, plazas regulares y manzanas de edificios de planta baja y varios pisos, construidos con criterios antisísmicos innovadores para la época, como el sistema de “gaiola pombalina”, una estructura de madera interior que permitía mayor resistencia frente a temblores. La plaza central es la emblemática Praça do Comércio, abierta al río Tajo, desde donde parten calles principales como la Rua Augusta, que culmina en el Arco triunfal construido en el siglo XIX.
Otros lugares de interés son la Praça del Rossio con la Estación o el Teatro Nacional de Doña María II, la Praça de los Restauradores o la Praça da Figueira. Igualmente se encuentra la base del famoso Elevador de Santa Justa que lo conecta con el Bairro Alto.
Los edificios que conforman la Baixa mantienen una estética uniforme con fachadas de estilo neoclásico sobrio, balcones de hierro forjado y portales con arcos, reflejando la arquitectura pombalina que predominó durante la segunda mitad del siglo XVIII. Además de ser el núcleo comercial y administrativo de Lisboa, la Baixa alberga numerosos edificios históricos, instituciones, cafés y comercios que han marcado la vida urbana lisboeta durante más de dos siglos.
Este barrio sigue siendo hoy un espacio dinámico y vital dentro de la capital portuguesa, donde la modernidad convive con la historia, y donde la influencia de la reconstrucción pombalina sigue presente en su trazado y arquitectura, testimonio de una etapa crucial en el desarrollo urbano de Lisboa.
Praça de Rossio - Praça de D. Pedro IV
La Praça de Rossio, cuyo nombre oficial es Praça de D. Pedro IV, es una de las plazas más emblemáticas y concurridas del centro histórico de Lisboa. Situada en la Baixa Pombalina, esta plaza ha sido desde siglos un punto de encuentro y un espacio público de gran relevancia social, cultural y comercial para la ciudad.
El nombre popular “Rossio” proviene del término antiguo que designaba un espacio abierto destinado a ferias y celebraciones. Su configuración actual data principalmente del siglo XIX, tras la reconstrucción pombalina y posteriores remodelaciones. La plaza presenta un trazado rectangular y está pavimentada con el característico empedrado portugués en formas onduladas, símbolo distintivo del arte urbano lisboeta.
Alrededor de la plaza se encuentran edificios de gran interés arquitectónico y cultural, entre ellos el Teatro Nacional Dona Maria II, construido en estilo neoclásico en 1846 sobre las ruinas de un antiguo convento. Otros edificios destacan por sus fachadas neoclásicas y balcones de hierro forjado que enmarcan un ambiente elegante y armonioso.
En el centro de la plaza se alza el monumento a Dom Pedro IV, obra del escultor italiano Célestin Anatole Calmels, que destaca por su pedestal decorado con figuras alegóricas. Además, la Praça de Rossio cuenta con fuentes barrocas simétricas y numerosas terrazas de cafés que han sido testigos de la vida lisboeta durante generaciones.
Rossio sigue siendo un núcleo vital para Lisboa, un lugar donde convergen historia, arquitectura y vida cotidiana, consolidándose como uno de los símbolos más representativos del patrimonio urbano de la capital portuguesa.
Praça da Figueira
Ubicada en el corazón del casco histórico de Lisboa, la Praça da Figueira ocupa el lugar del antiguo Hospital Real de Todos los Santos, erigido en el siglo XV y completamente destruido por el terremoto de 1755. Tras el desastre, la zona fue despejada como parte de las reformas urbanísticas promovidas por el Marqués de Pombal y se convirtió en una amplia plaza abierta, inicialmente utilizada como mercado al aire libre. Su configuración actual responde a los criterios racionalistas del urbanismo pombalino, con edificaciones uniformes de cuatro plantas, cubiertas a dos aguas y soportales, que datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
La plaza fue objeto de reformas en diversas ocasiones. A mediados del siglo XIX se construyó un gran mercado cubierto de hierro y vidrio que fue demolido en la década de 1950 para devolver al espacio su configuración abierta. En 1971 se instaló en el centro una estatua ecuestre en bronce del rey João I de Avis, obra del escultor Lourenço Marques Leopoldo de Almeida, sobre un pedestal diseñado por António de Sousa da Câmara. Esta figura conmemora la victoria portuguesa en la Batalla de Aljubarrota (1385) y simboliza la afirmación de la independencia frente a Castilla.
Actualmente, la Praça da Figueira constituye uno de los principales espacios públicos del centro lisboeta. Se encuentra delimitada por la Rua da Prata al este, la Rua dos Fanqueiros al oeste, y conectada visualmente con la Praça do Rossio y la Praça dos Restauradores a través de ejes rectores del diseño pombalino. Está rodeada de hoteles históricos, cafés y tiendas tradicionales, y constituye además un nodo importante de transporte, con varias líneas de tranvía y autobús.
En su entorno inmediato destacan otros lugares de interés como el Teatro Nacional D. Maria II, el Elevador de Santa Justa, la Igreja de São Domingos y los vestigios del hospital medieval, visibles en parte de la Rua da Palma. La Praça da Figueira forma parte del conjunto urbano de la Baixa Pombalina, declarado Bien de Interés Público y candidato a Patrimonio Mundial de la UNESCO por su valor como ejemplo de planificación ilustrada del siglo XVIII.
Praça dos Restauradores
La Praça dos Restauradores, o Plaza de los Restauradores, se encuentra en el extremo norte de la Baixa Pombalina de Lisboa, marcando el inicio de la Avenida da Liberdade. Esta plaza fue concebida como espacio conmemorativo en honor a la restauración de la independencia portuguesa frente a España en 1640, tras sesenta años de unión dinástica bajo la corona de los Habsburgo. Su disposición actual data del siglo XIX, dentro del proceso de expansión urbana que buscaba modernizar la ciudad siguiendo los modelos europeos del momento.
El elemento central de la plaza es el obelisco de piedra inaugurado en 1886, obra del arquitecto António Tomás da Fonseca, con esculturas de Simões de Almeida que representan la Independencia y la Victoria. En sus flancos se inscriben fechas y nombres de batallas clave del periodo de restauración, subrayando su carácter conmemorativo. Esta composición monumental otorga a la plaza una clara función simbólica dentro del espacio urbano lisboeta.
En torno a la plaza se levantan varios edificios de interés, especialmente vinculados al auge de la arquitectura ecléctica, modernista y art déco de finales del siglo XIX y principios del XX. Destacan el antiguo Edificio Éden, un notable ejemplo de arquitectura modernista adaptado hoy como hotel, y el Palácio Foz, de estilo neobarroco, que en su origen fue una residencia aristocrática del siglo XVIII y que actualmente acoge servicios culturales y oficinas del Estado.
La Praça dos Restauradores mantiene su carácter como lugar de tránsito entre el casco antiguo y las nuevas avenidas, así como su dimensión histórica, vinculando memoria nacional, monumentalidad y modernización urbana en uno de los espacios más representativos del centro de Lisboa.
Praça do Comércio
La Praça do Comércio, también conocida como Terreiro do Paço, es una de las plazas más representativas y monumentales de Lisboa, situada junto a la orilla del río Tajo, en el extremo sur de la Baixa Pombalina. Su nombre original, “Terreiro do Paço”, hace referencia al Palacio Real que ocupaba este lugar desde el siglo XVI hasta su destrucción por el terremoto de 1755. Tras la catástrofe, el espacio fue completamente reformulado en el marco de la reconstrucción dirigida por el marqués de Pombal, y pasó a denominarse Praça do Comércio, como símbolo del nuevo enfoque económico y político del reino.
El proyecto de reconstrucción fue diseñado por el ingeniero Manuel da Maia y los arquitectos Eugénio dos Santos y Carlos Mardel, quienes concibieron un gran recinto abierto al río, delimitado por edificios porticados de estilo pombalino, organizados con rigurosa simetría. La plaza adopta una planta trapezoidal con tres frentes cerrados y el lado sur abierto hacia el Tajo, donde se encuentra la escalinata de mármol conocida como Cais das Colunas, antiguo acceso fluvial ceremonial a la ciudad.
Preside la plaza la estatua ecuestre de bronce del rey José I, obra del escultor Joaquim Machado de Castro, inaugurada en 1775. La escultura se eleva sobre un pedestal ornamentado con relieves alegóricos, siendo una de las primeras estatuas ecuestres monumentales de Europa en fundirse en una sola pieza.
En el lado norte se alza el Arco Triunfal da Rua Augusta, concebido inicialmente por Eugénio dos Santos en el siglo XVIII pero concluido en su forma actual en 1875 por el arquitecto Veríssimo José da Costa. Este arco conecta la plaza con la Rua Augusta y actúa como portal simbólico de entrada al corazón de la ciudad reconstruida.
La Praça do Comércio constituye no solo un espacio de gran valor arquitectónico y urbano, sino también un lugar cargado de significado histórico, asociado al poder real, al comercio marítimo y a los momentos clave de la historia de Portugal. Su amplitud, su estructura racionalista y su integración con el río la convierten en uno de los enclaves más distintivos del paisaje urbano lisboeta.
Belém
A orillas del estuario del Tajo, en el extremo occidental de Lisboa, se encuentra la histórica freguesia de Belém, integrada actualmente en la parroquia de Belém e Ajuda. Este enclave reúne algunos de los monumentos más emblemáticos de la capital portuguesa, íntimamente ligados a la era de los Descubrimientos y al esplendor del Portugal renacentista.
El recorrido comienza en el Palácio Nacional de Belém, residencia oficial del Presidente de la República desde 1910. Construido en 1559 como palacete de recreo para la nobleza, fue ampliado durante los siglos XVII y XVIII, combinando elementos manieristas y barrocos. De fachada sobria en tonos rosados, se distingue por sus patios interiores, azulejos y jardines. Frente al palacio se alza la Fábrica dos Pastéis de Belém, fundada en 1837 junto a las antiguas dependencias del Mosteiro dos Jerónimos. Sus célebres pasteles de nata, elaborados según una receta secreta, son uno de los productos más representativos de la repostería lisboeta.
Muy cerca se encuentra la Igreja de Santa Maria de Belém, integrada en el conjunto del Mosteiro dos Jerónimos, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. La iglesia, consagrada en 1601, presenta una nave única sostenida por esbeltas columnas manuelinas que se ramifican como palmas. En su interior reposan los restos de Vasco da Gama y Luís de Camões. El monasterio fue mandado construir por el rey Manuel I en 1501 y encomendado a la Orden de San Jerónimo. Obra cumbre del estilo manuelino, combina motivos marítimos con elementos góticos y renacentistas, destacando su portada sur, diseñada por Juan de Castillo, y el claustro de João de Castilho, de delicadísima tracería.
Frente al monasterio se extiende el Jardim da Praça do Império, diseñado en 1940 para la Exposición del Mundo Portugués. Este amplio espacio ajardinado, de trazado geométrico, integra fuentes y estanques decorativos. Desde aquí se accede al Padrão dos Descobrimentos, monumento erigido en 1960 para conmemorar los 500 años de la muerte del infante don Enrique el Navegante. La obra, de Cottinelli Telmo y Leopoldo de Almeida, representa una carabela estilizada sobre la que avanzan en formación escultórica los protagonistas de la expansión portuguesa. A sus pies se despliega una rosa de los vientos de mármol y mosaico, regalo de Sudáfrica en 1960, que señala las principales rutas marítimas abiertas por los navegantes portugueses.
Siguiendo la ribera del Tajo hacia el oeste, se alcanza el Farol de Belém, construido en 1940 como parte del conjunto conmemorativo de la Exposición del Mundo Portugués. Inspirado en las torres medievales, funciona hoy como estructura simbólica y punto de orientación visual. Muy cerca se halla el discreto pero evocador monumento a Sacadura Cabral y Gago Coutinho, los aviadores portugueses que realizaron en 1922 la primera travesía aérea del Atlántico Sur entre Lisboa y Río de Janeiro. Una maqueta del hidroavión “Santa Cruz”, montada sobre pedestal, recuerda esta hazaña pionera.
Finalmente, se llega a la Torre de Belém, icono indiscutible de la ciudad y uno de los máximos exponentes del arte manuelino. Fue construida entre 1514 y 1519 por Francisco de Arruda como torre defensiva y punto de control del acceso fluvial a Lisboa. De planta cuadrada y perfil almenado, su decoración combina elementos militares, marítimos y orientales, como el célebre rinoceronte esculpido en el baluarte. Catalogada como Patrimonio Mundial en 1983, la torre simboliza el poder marítimo del Portugal renacentista y corona este itinerario monumental por la Lisboa de los Descubrimientos.
Alfama
Alfama es el barrio más antiguo y pintoresco de Lisboa, extendiéndose por la ladera entre el Castillo de San Jorge y el río Tajo. Su nombre proviene del árabe “al-hamma”, que significa ‘fuente de aguas calientes, aguas buenas’.
Este barrio es famoso por su laberinto de estrechas calles empedradas, escaleras y pequeñas plazas que reflejan su herencia árabe. A diferencia de otras áreas de la ciudad, Alfama sobrevivió al terremoto de 1755, conservando su autenticidad y encanto histórico.
Entre los monumentos destacados de Alfama se encuentran la Catedral de Lisboa (Sé de Lisboa), el Castillo de San Jorge y el Panteón Nacional. Además, el barrio es conocido por sus casas de fado, donde se puede disfrutar de este género musical melancólico típico de Portugal. Destaca también la Iglesia de San Antonio de Lisboa, que se erige en el lugar donde, según la tradición, nació San Antonio en 1195.
Alfama es también el escenario de las festividades de los Santos Populares en junio, especialmente en la noche de Santo António, del 12 al 13 de junio, cuando las calles se llenan de música, bailes y celebraciones.
Praça Marquês de Pombal
Situada en la zona central de Lisboa, la Praça Marquês de Pombal es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad y un ejemplo destacado del urbanismo moderno y monumental. Esta plaza, que se encuentra al norte de la Avenida da Liberdade, fue inaugurada en 1879 en honor al Marqués de Pombal, el ministro y estadista portugués que lideró las reformas urbanísticas y sociales tras el terremoto de 1755. La plaza se diseñó como una gran rotonda que marca el final de la Avenida da Liberdade, una de las principales arterias de la ciudad.
El elemento central de la plaza es una escultura ecuestre de Sebastião José de Carvalho e Melo, más conocido como el Marqués de Pombal. Esta estatua fue obra del escultor Victor Bastos, quien la completó en 1934, y se alza sobre un pedestal de mármol que lleva inscripciones con los logros de Pombal en la modernización de Portugal. El Marqués de Pombal aparece montado sobre un caballo, con una postura imponente, y mirando hacia la Avenida da Liberdade, lo que refuerza su figura como el principal artífice de la transformación de Lisboa en la época de la Ilustración.
La Praça Marquês de Pombal está rodeada de importantes edificios de distintos estilos arquitectónicos, destacando especialmente las grandes avenidas que la conectan con otras zonas de la ciudad. En el lado sur de la plaza, se encuentra el Edificio de los CTT, una de las construcciones más representativas del estilo modernista en Lisboa. También se encuentra el Palacio dos Condes de Pombal, en la zona noroeste, que sirve de referencia histórica sobre la familia que promovió la plaza.
En la parte central de la plaza, además de la estatua ecuestre, el espacio está decorado con fuentes y jardines que crean un ambiente verde y relajante, a pesar del bullicio urbano. La Plaza está conectada por varias avenidas que atraviesan la ciudad, y en su entorno inmediato se hallan zonas comerciales, culturales y de ocio, incluyendo tiendas de lujo y hoteles de prestigio. La zona cercana al Parque Eduardo VII, ubicado justo al norte de la plaza, proporciona un acceso directo a una de las áreas más amplias y verdes de Lisboa, ofreciendo vistas panorámicas sobre la ciudad y el río Tajo.
Desde un punto de vista histórico, la plaza simboliza la nueva Lisboa construida después del desastre de 1755, y es un hito de la planificación urbana implementada durante el reinado de José I, bajo la dirección del Marqués de Pombal. Este proceso de reconstrucción dio forma a la moderna Baixa Pombalina, un área de Lisboa que aún conserva su trazado original y ha sido considerada un modelo de urbanismo ilustrado.
La Praça Marquês de Pombal es también un centro de transporte importante, siendo un nodo de conexión para varias líneas de metro, autobuses y el Elevador da Glória, que conecta la plaza con el barrio de Bairro Alto. Este cruce de caminos refuerza su papel como punto neurálgico del tráfico y las comunicaciones en Lisboa.
MONUMENTOS y PATRIMONIO
Igreja de Santa Maria de Belém - Mosteiro dos Jerónimos
La Igreja de Santa Maria de Belém, situada en el ala oeste del Mosteiro dos Jerónimos, en el barrio lisboeta de Belém, es una de las principales obras del estilo manuelino en Portugal. Su construcción fue iniciada en 1501 por orden del rey Manuel I, como parte del conjunto monástico encomendado a la Orden de San Jerónimo, y se prolongó durante gran parte del siglo XVI. La iglesia fue consagrada en 1601 y desde su origen estuvo vinculada al culto por el éxito de las expediciones marítimas portuguesas, especialmente la de Vasco da Gama.
De fachada austera en comparación con la exuberancia del resto del monasterio, la portada principal se abre al oeste y es obra de Nicolás Chanterène (c.1517), con reminiscencias góticas y renacentistas. Sin embargo, es la portada sur, orientada hacia el río Tajo y realizada por João de Castilho hacia 1517, la más destacada. Altamente decorada, presenta un tímpano con escenas de la Anunciación, el Nacimiento y la Adoración de los Reyes Magos, coronado por una imagen del infante don Enrique el Navegante.
El interior de la iglesia constituye una obra maestra de la arquitectura luso-gótica tardía, con una nave única de tres tramos amplios y abiertos, sin capillas laterales, lo que otorga un gran sentido de unidad espacial. El efecto visual se apoya en seis columnas de piedra ricamente esculpidas que se ramifican en bóvedas de crucería estrellada, dando la sensación de un bosque de piedra. Esta audaz solución técnica, desarrollada por João de Castilho a partir del proyecto original de Diogo de Boitaca, otorga ligereza y altura a la nave.
En el transepto se encuentran los túmulos funerarios de Vasco da Gama y del poeta Luís de Camões, trasladados aquí en el siglo XIX, considerados símbolos de la gloria nacional portuguesa. La capilla mayor, reformada por Jerónimo de Ruão en estilo renacentista, alberga los sepulcros de los reyes Manuel I y João III, así como de sus esposas, María de Aragón y Catalina de Austria, respectivamente. El retablo fue realizado en el siglo XIX por el escultor Simões de Almeida.
La iglesia de Santa Maria de Belém fue concebida no sólo como lugar de culto, sino también como expresión de la grandeza del Portugal manuelino. Su simbolismo, su unidad arquitectónica y la calidad de su escultura la convierten en una de las obras más destacadas del Renacimiento portugués. El conjunto del Mosteiro dos Jerónimos, incluido este templo, fue declarado Monumento Nacional en 1907 y forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1983.
Monumento aos Descobrimento
El Monumento aos Descobrimentos, también conocido como Padrão dos Descobrimentos, se alza en la orilla derecha del estuario del Tajo, en el barrio de Belém, Lisboa. Esta monumental estructura fue concebida originalmente en 1940 por el arquitecto Cottinelli Telmo con motivo de la Exposición del Mundo Portugués, como una instalación efímera dedicada a glorificar la gesta de los descubrimientos marítimos portugueses. La versión definitiva, en hormigón armado recubierto de piedra caliza, fue erigida entre 1958 y 1960 por iniciativa del régimen del Estado Novo, coincidiendo con el V centenario de la muerte del infante don Enrique el Navegante, figura central de la expansión ultramarina portuguesa.
El monumento adopta la forma estilizada de una carabela moderna, con las velas desplegadas hacia el Tajo. Mide 52 metros de altura y fue proyectado como una síntesis simbólica de la época de los descubrimientos, exaltando el papel pionero de Portugal en la apertura de nuevas rutas oceánicas entre los siglos XV y XVI. Al frente se sitúa la escultura del infante don Enrique, sujetando una pequeña nave, como símbolo de guía y visión imperial. Esta figura fue esculpida por Leopoldo de Almeida, autor también del conjunto escultórico que acompaña al príncipe.
Torre de Belém
La Torre de Belém, situada en la margen norte del estuario del Tajo, en el barrio lisboeta de Belém, es uno de los monumentos más representativos del arte manuelino y un símbolo de la identidad marítima de Portugal. Su nombre completo es Torre de São Vicente de Belém, en honor al patrón de Lisboa. Fue construida entre 1514 y 1519 durante el reinado de Manuel I, según proyecto del arquitecto Francisco de Arruda, como parte del sistema defensivo de la ciudad junto con la Torre de São Sebastião da Caparica, en la orilla opuesta.
Originalmente ubicada en un islote cercano a la orilla —hoy unida a tierra firme debido a la progresiva sedimentación—, la torre funcionaba como baluarte artillado, puesto de vigilancia y puerta simbólica de entrada a Lisboa. Su diseño responde tanto a fines militares como ornamentales. La estructura se compone de un bastión poligonal bajo orientado al río, equipado con aperturas para la artillería, y de una torre cuadrangular de cuatro pisos, de inspiración medieval, que se alza sobre la parte trasera del baluarte.
El estilo arquitectónico predominante es el manuelino, una variante tardogótica portuguesa caracterizada por el uso de motivos marítimos y elementos decorativos inspirados en los descubrimientos. La torre presenta una profusa ornamentación con cordajes esculpidos, esferas armilares, escudos reales y ménsulas zoomorfas. Uno de sus elementos más célebres es el rinoceronte tallado en piedra en la base del baluarte, considerado la representación escultórica más antigua de este animal en Europa, inspirado por la llegada del primer ejemplar a Lisboa en 1515.
La torre también incorpora influencias islámicas y mudéjares, visibles en las galerías de arcos lobulados, las cúpulas bulbosas de las garitas y la estructura almenada. El interior alberga varias salas comunicadas por estrechas escaleras de caracol, incluyendo la Sala do Governador, la Sala dos Reis, la capilla y la terraza superior, que ofrece vistas panorámicas del Tajo y del barrio monumental de Belém.
Tras perder su función defensiva, la torre fue utilizada como aduana, farol y mazmorra, especialmente durante la ocupación filipina. A partir del siglo XIX, comenzó su restauración con criterios románticos y nacionalistas, lo que reforzó su carácter simbólico.
En 1910 fue declarada Monumento Nacional, y en 1983 fue inscrita como Patrimonio Mundial de la UNESCO, junto con el cercano Mosteiro dos Jerónimos, como testimonio del auge marítimo de Portugal en la época de los descubrimientos. La Torre de Belém sigue siendo una de las estructuras más visitadas del país, tanto por su valor histórico como por su singular belleza arquitectónica.
Santa Maria Maior - Sé de Lisboa
Santa Maria Maior de Lisboa, comúnmente conocida como la Sé de Lisboa, es la catedral de los ciudad e iglesia más antigua y emblemática de la capital portuguesa. Se sitúa en el corazón del barrio de Alfama, en una posición dominante sobre la ciudad baja y próxima al Castillo de San Jorge. Fue declarada Monumento Nacional en 1910 y constituye uno de los principales testigos de la historia urbana, religiosa y arquitectónica de Lisboa.
Su construcción comenzó en el año 1147, inmediatamente después de la conquista de Lisboa por las tropas cristianas dirigidas por el rey Afonso Henriques, primer monarca de Portugal, con la ayuda de cruzados nórdicos. Sobre las ruinas de la antigua mezquita mayor musulmana, se erigió un templo dedicado a Santa María. Esta catedral sirvió como símbolo del restablecimiento del culto cristiano en la ciudad.
El edificio original fue construido en estilo románico, del que aún se conservan la fachada occidental con sus torres almenadas y el portal central, así como el deambulatorio del ábside y parte del claustro. A lo largo de los siglos, la catedral fue modificada y ampliada, incorporando elementos de los estilos gótico, manierista, barroco y neoclásico, debido tanto a reformas como a los daños ocasionados por los frecuentes terremotos, especialmente el de 1755, que afectó gravemente al edificio.
El interior de la catedral es sobrio y austero, destacando la nave central de bóveda de cañón y los arcos formeros sostenidos por columnas robustas. En el transepto sur se encuentra la Capilla del Santísimo Sacramento, de estilo barroco, mientras que el ábside gótico acoge el altar mayor. El claustro gótico, comenzado en el siglo XIII bajo el reinado de D. Dinis, conserva restos arqueológicos visigodos, islámicos y romanos, testimonio del uso continuado del solar desde la antigüedad.
En el tesoro catedralicio, ubicado en las dependencias superiores, se conservan reliquias, ornamentos litúrgicos y piezas de arte sacro, destacando el relicario con los restos de San Vicente, patrón de Lisboa, trasladados a la catedral en el siglo XII desde el Algarve. Además, la Capilla de Bartolomeu Joanes, situada en la girola, guarda los restos del importante obispo que promovió las reformas del siglo XIV.
La Sé de Lisboa no solo es el centro espiritual de la diócesis lisboeta, sino también un símbolo de la continuidad histórica de la ciudad. Su silueta fortificada, con reminiscencias de templo-cruzada, se recorta aún hoy sobre el perfil urbano de Lisboa como un vestigio vivo de su origen medieval y de su vocación cristiana.
Igreja de Santo Antonio de Lisboa
La Igreja de Santo António de Lisboa, también conocida como Igreja de Santo António à Sé, se encuentra a pocos metros de la Catedral de Lisboa, en el corazón del barrio de Alfama. Este templo barroco se alza sobre el lugar tradicionalmente identificado como la casa natal de Fernando de Bulhões, el futuro San Antonio de Padua, nacido en Lisboa en 1195 y fallecido en Padua en 1231, canonizado apenas un año después de su muerte. Aunque en el mundo se le conoce como San Antonio de Padua, en Portugal se le venera como Santo António de Lisboa, y es considerado uno de los santos más populares del país.
La actual iglesia fue construida en el siglo XVIII, tras la destrucción del templo anterior en el terremoto de 1755. La reconstrucción, iniciada en 1767 bajo la dirección del arquitecto Mateus Vicente de Oliveira, se completó en las primeras décadas del siglo XIX, integrando elementos del barroco tardío y del neoclasicismo. La iglesia fue concebida como un santuario dedicado a la devoción antoniana, estrechamente vinculada a la identidad lisboeta.
La fachada, de líneas simétricas y sobrias, está organizada en dos cuerpos con frontón triangular, y flanqueada por dos campanarios de base cuadrada. En el centro se abre un portal sencillo con frontón curvo, sobre el que se sitúa una hornacina con la imagen del santo. A los pies del templo, una pequeña plaza adoquinada y semicircular da acceso al edificio, con una estatua de bronce de San Antonio donada por los Estados Unidos en 1982, durante la visita del Papa Juan Pablo II, quien también visitó la cripta del lugar natal.
El interior del templo es de nave única con capillas laterales y decoración sobria. Destaca el retablo mayor, con columnas corintias y una imagen central de Santo António con el Niño Jesús. En la cripta, situada bajo el altar, se halla la tradicional cueva natal del santo, señalada desde el siglo XVI y convertida en espacio devocional a partir del siglo XVIII. En las capillas laterales se conservan diversas imágenes del santo y relicarios.
Junto al templo se encuentra el Museu de Santo António, inaugurado en 1962, que alberga una colección dedicada a la iconografía antoniana, documentos históricos, piezas litúrgicas y testimonios de la devoción popular a lo largo de los siglos.
La Igreja de Santo António de Lisboa es Monumento Nacional desde 1982, y forma parte del circuito devocional más significativo de la ciudad. Cada 13 de junio, día de su festividad, se celebran en sus inmediaciones las festas de Lisboa, con procesiones, altares, música popular y ofrendas florales, constituyendo una de las manifestaciones religiosas y culturales más importantes de la capital portuguesa.
Igreja de São Cristóvão
La Igreja de São Cristóvão, dedicada a São Cristóvão de Lícia, se alza discretamente en lo alto de las Escadinhas de São Cristóvão, en el corazón de la antigua Mouraria de Lisboa, uno de los barrios más tradicionales y populares de la ciudad. Su ubicación, en una pequeña terraza elevada entre calles empinadas y casas humildes, le confiere un aire recogido y singular, lejos del circuito monumental habitual de la capital portuguesa.
El origen del templo se remonta al siglo XIII, tras la reconquista cristiana de Lisboa en 1147, cuando se reorganizó el espacio urbano con la fundación de nuevas parroquias. São Cristóvão aparece ya documentada como parroquia en 1281, aunque el edificio actual corresponde a una reconstrucción del siglo XVII, realizada tras los estragos causados por varios terremotos. La iglesia fue profundamente reformada entre 1671 y 1672, y volvió a ser restaurada tras el terremoto de 1755, aunque conservando gran parte de su aspecto barroco original.
Exteriormente, la iglesia presenta una fachada muy sencilla y sobria, adaptada a las dimensiones del terreno. El portal principal se enmarca en una moldura de piedra con frontón curvo, y sobre él se abre una ventana de iluminación del coro. Remata el conjunto una pequeña espadaña. El conjunto carece de torre, y su modesta escala se ajusta al carácter del barrio.
El interior es de nave única con capillas laterales poco profundas, cubiertas por bóvedas de cañón con decoración pictórica. El elemento más destacado es el retablo mayor, de estilo barroco tardío, dorado y profusamente ornamentado, que alberga una imagen de São Cristóvão con el Niño Jesús a hombros, patrón de los viajeros. En las capillas laterales y en la sacristía se conservan importantes obras pictóricas de los siglos XVII y XVIII, entre ellas pinturas de Martins da Fonseca y otros autores portugueses de escuela manierista y barroca.
Aunque fue una parroquia activa hasta 2012, hoy está adscrita a la unidad pastoral de São Nicolau. En las últimas décadas ha recobrado notoriedad gracias a proyectos de arte urbano, como el mural colectivo en las escalinatas de acceso, y por su participación en itinerarios culturales alternativos que redescubren el valor histórico y artístico de la Mouraria.
La Igreja de São Cristóvão, pese a su perfil discreto, constituye un testimonio vivo del urbanismo post-medieval de Lisboa, y uno de los escasos ejemplos de templos barrocos lisboetas que han mantenido su configuración original sin grandes transformaciones. Está catalogada como Inmueble de Interés Público desde 2011, en reconocimiento a su valor artístico, devocional e histórico dentro del tejido popular de la ciudad.
Igreja de São Roque
La Igreja de São Roque, situada en el barrio del Bairro Alto en Lisboa, es una de las iglesias más emblemáticas de la ciudad, destacando por su arquitectura y su rica decoración interior.
La construcción de la iglesia comenzó en 1566 bajo la dirección del arquitecto Afonso Álvares, arquitecto del rey D. João III. La obra fue completada por el arquitecto italiano Filippo Terzi, quien introdujo modificaciones en la fachada exterior, el techo y la cubierta, y los acabados interiores. La iglesia fue inaugurada en 1573 y se convirtió en la primera iglesia jesuita en Portugal, sirviendo como la Casa Professa de la Compañía de Jesús en el país.
La fachada de la iglesia es sobria y austera, siguiendo los cánones impuestos por la iglesia reformada. El interior, sin embargo, es un ejemplo destacado de la decoración barroca, con una nave única y ocho capillas laterales. Una de las características más notables es la Capela de São João Baptista, considerada una de las capillas más caras y ricamente decoradas del mundo. Esta capilla fue encargada por el rey D. João V en 1740 y construida en Roma entre 1742 y 1750. Fue transportada a Lisboa e instalada en la iglesia en 1750.
Además de la Capela de São João Baptista, la iglesia alberga otras capillas de gran interés artístico, como la Capela da Nossa Senhora da Doutrina, la Capela do Santíssimo Sacramento y la Capela da Sagrada Família. Cada una de estas capillas presenta una decoración única que refleja las distintas fases del arte barroco en Portugal.
La iglesia también alberga un museo de arte sacro que ocupa la antigua Casa Professa de la Compañía de Jesús. Este museo contiene una valiosa colección de arte religioso, incluyendo pinturas, esculturas y objetos litúrgicos que ilustran la historia de la iglesia y de la Compañía de Jesús en Portugal.
La Igreja de São Roque es un testimonio de la riqueza artística y espiritual de Lisboa, y continúa siendo un lugar de culto activo y un importante centro cultural en la ciudad.
Basílica de Nossa Senhora dos Mártires
Situada en la Rua Garrett, en el corazón del barrio del Chiado en Lisboa, la Basílica de Nossa Senhora dos Mártires es un ejemplo significativo de la arquitectura religiosa barroca del siglo XVIII en la ciudad. Su construcción, llevada a cabo entre 1750 y 1760, formó parte de la extensa reconstrucción de Lisboa tras el terremoto de 1755. El diseño se atribuye al arquitecto Carlos Mardel, una figura clave en las obras de reconstrucción pombalina.
La fachada presenta una composición sobria y simétrica, propia del barroco tardío con influencias neoclásicas, rematada por dos torres campanario que enmarcan la portada principal. En el interior, la planta de cruz latina con nave única y capillas laterales se adorna con mármoles y detalles propios del barroco portugués, destacando los altares y la decoración en madera dorada.
A lo largo de los siglos, la basílica ha mantenido su función como templo parroquial, integrándose en el entramado urbano del Chiado, un barrio reconocido por su intensa vida cultural, intelectual y comercial desde el siglo XVIII. La Basílica de Nossa Senhora dos Mártires conserva así su relevancia histórica y religiosa en el contexto lisboeta.
Igreja de Nossa Senhora da Encarnação
Situada en el Largo do Chiado, uno de los espacios más representativos del centro histórico de Lisboa, la Iglesia de Nossa Senhora da Encarnação (Nuestra Señora de la Encarnación) constituye un notable ejemplo de la arquitectura religiosa lisboeta de la segunda mitad del siglo XVIII, directamente vinculada a la etapa de reconstrucción de la ciudad tras el devastador terremoto de 1755. El templo fue erigido entre 1784 y 1790, siguiendo los diseños del arquitecto Manuel Caetano de Sousa, figura destacada del tardo-barroco y del neoclasicismo portugués. Su construcción se realizó sobre los restos de una iglesia anterior destruida por el seísmo, manteniéndose la misma advocación mariana.
La fachada principal presenta una composición sobria y equilibrada, de inspiración clasicista, marcada por el empleo de pilastras corintias, frontón triangular y nichos con esculturas. El cuerpo central, ligeramente avanzado, alberga la portada de acceso, rematada por un balcón sobre el que se alza una hornacina con la imagen de la Virgen. Esta disposición responde al modelo de templo urbano ilustrado, adaptado al contexto del reformismo pombalino que buscaba orden, proporción y decoro en la nueva Lisboa reconstruida.
El interior, de planta de cruz latina y nave única, revela un lenguaje decorativo propio del rococó tardío y del neoclasicismo, con mármoles polícromos, estucos ornamentales y un elaborado trabajo de talla dorada en el presbiterio y las capillas laterales. El altar mayor, con un retablo de diseño clásico, acoge una escultura de Nossa Senhora da Encarnação, advocación muy arraigada en la religiosidad urbana lisboeta. La iluminación cenital y la claridad de los paramentos refuerzan el sentido ceremonial del espacio.
A lo largo de los siglos XIX y XX, la iglesia fue objeto de varias intervenciones y restauraciones, especialmente tras el incendio de 1988 que afectó gravemente al cercano barrio del Chiado. Hoy permanece como parroquia activa y forma parte del conjunto monumental del Largo do Chiado, espacio que articula las transiciones entre el Bairro Alto y la Baixa lisboeta. En su entorno inmediato se encuentran edificios significativos como la Iglesia de Nossa Senhora do Loreto (iglesia de los italianos), el Teatro de São Luiz, y varios cafés y librerías históricas que evocan la vida literaria de la Lisboa contemporánea. La iglesia, por tanto, no solo se inserta en el paisaje religioso de la ciudad, sino que también participa del tejido urbano y cultural de una de las zonas con mayor densidad histórica de la capital portuguesa.
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