La Muy noble, muy leal y muy heroica ciudad de Pamplona, la capital de la Comunidad Foral de Navarra, es una ciudad con una rica historia y un encanto especial. Fundada por los romanos en el siglo I a.C., recibió el nombre de Pompaelo en honor al general romano Pompeyo. A lo largo de los siglos, Pamplona ha sido testigo de la influencia de visigodos, musulmanes y francos, lo que ha dejado una huella profunda en su patrimonio cultural y arquitectónico.
En la Edad Media, Pamplona se convirtió en la capital del Reino de Navarra. Durante este perÃodo, la ciudad se dividió en tres burgos amurallados: NavarrerÃa, San Cernin y San Nicolás. Estas divisiones internas llevaron a conflictos que culminaron con el Privilegio de la Unión en 1423, unificando los tres burgos bajo un solo gobierno.
Hoy en dÃa, Pamplona es mundialmente conocida por los Sanfermines, una fiesta que se celebra cada julio y que incluye el famoso encierro de toros. Además, la ciudad es un importante punto de paso en el Camino de Santiago, atrayendo a peregrinos de todo el mundo. Con sus parques, jardines y una vibrante vida cultural, Pamplona ofrece una mezcla única de modernidad y tradición.
Situada en el corazón del Casco Antiguo de Pamplona, la Plaza Consistorial constituye uno de los espacios urbanos más emblemáticos de la ciudad, tanto por su valor histórico como por su proyección cultural. Este reducido pero simbólico recinto, en forma de trapecio irregular, se encuentra en el punto de confluencia de las tres antiguas burgos medievales —NavarrerÃa, San Cernin y San Nicolás— unificados en 1423 por el Privilegio de la Unión otorgado por el rey Carlos III el Noble. Precisamente, el solar de la plaza fue determinado entonces como sede del nuevo ayuntamiento común, sÃmbolo de aquella pacificación.
A pesar de sus dimensiones reducidas, la Plaza Consistorial goza de una gran notoriedad internacional por ser el lugar donde, cada 6 de julio a las 12 del mediodÃa, se lanza el chupinazo que da inicio a las mundialmente conocidas fiestas de San FermÃn. Este acto convierte la plaza en el epicentro de una multitudinaria concentración de pamploneses y visitantes, reforzando su carácter simbólico como punto neurálgico de la vida festiva y municipal.
La Plaza del Castillo, situada en el corazón del Casco Antiguo de Pamplona, es el espacio público más emblemático y representativo de la capital navarra. Con una superficie de casi 14.000 metros cuadrados y forma rectangular irregular, ha sido desde su origen el principal foro urbano, centro de la vida social, polÃtica y festiva de la ciudad. Su nombre hace referencia a una antigua fortaleza militar que se alzaba en su entorno durante la Edad Media, aunque no quedan restos visibles de ella.
El espacio comenzó a definirse como plaza mayor a partir del siglo XV, cuando se convirtió en punto de encuentro entre los tres antiguos burgos pamploneses (NavarrerÃa, San Cernin y San Nicolás), y fue consolidándose progresivamente como lugar de mercado, celebraciones públicas y actos cÃvicos. A lo largo del siglo XVIII se llevó a cabo una importante reordenación del perÃmetro, con la construcción de edificios porticados y residencias nobiliarias que le confirieron un carácter más regular y monumental, siguiendo modelos de plazas mayores barrocas y preilustradas.
La Plaza del Castillo ha sido históricamente escenario de eventos fundamentales en la vida urbana: proclamaciones reales, corridas de toros (hasta la construcción de la actual plaza en 1922), actos religiosos, mÃtines polÃticos, conciertos, ferias y celebraciones festivas. Durante las fiestas de San FermÃn, es uno de los espacios principales de congregación, especialmente el 6 de julio con el popular chupinazo desde el cercano Ayuntamiento.
En la actualidad, sigue siendo punto de referencia para pamploneses y visitantes, con terrazas, cafeterÃas, comercios y un ambiente constante de actividad. El subsuelo de la plaza fue objeto de una intervención arqueológica a raÃz de las obras del aparcamiento subterráneo en los años 2000, que permitió documentar importantes restos de la Pamplona romana y medieval, hoy conservados en parte.
La Catedral Metropolitana de Santa MarÃa la Real se alza en el extremo noreste del Casco Antiguo de Pamplona, en el mismo solar que ocupó la acrópolis de la antigua ciudad romana de Pompaelo. Este templo es el principal edificio religioso de Navarra y sede de su arzobispado. Aunque su aspecto actual responde al gótico del siglo XV, su historia abarca más de mil años de transformaciones arquitectónicas, desde el románico hasta el neoclásico.
El exterior, sin embargo, está dominado por su fachada principal, de estilo neoclásico, diseñada en 1783 por el arquitecto Ventura RodrÃguez. Esta portada monumental, compuesta como un templo clásico con columnas jónicas, frontón triangular y cuerpo superior con campanario, contrasta con la sobriedad gótica del resto del edificio y responde a un intento de modernizar la imagen de la catedral en el contexto ilustrado.
En el interior destaca el retablo mayor, obra de Juan de Anchieta (siglo XVI), de estilo renacentista plateresco, presidido por una imagen gótica de Santa MarÃa la Real. Bajo el presbiterio se halla la cripta real, donde reposan los restos de Carlos III el Noble de Navarra y su esposa Leonor de Trastámara, enterrados en un monumental sepulcro de alabastro tallado por Jean de Lome en 1419, una de las obras funerarias más destacadas del gótico navarro.
Además de su función litúrgica, la catedral ha desempeñado un papel polÃtico y ceremonial fundamental como lugar de coronación de los monarcas navarros. Desde 1994 alberga el Museo Catedralicio Diocesano, que exhibe una valiosa colección de orfebrerÃa, escultura y vestiduras litúrgicas, asà como restos arqueológicos del subsuelo romano y medieval.
La Cuesta de Santo Domingo es uno de los tramos más antiguos y emblemáticos del Casco Antiguo de Pamplona, situado entre el Mercado de Santo Domingo y la plaza Consistorial. Este estrecho y empinado vial, de pavimento empedrado y trazado irregular, desciende desde las proximidades del portal del mismo nombre —uno de los antiguos accesos de la muralla medieval— hasta el corazón urbano de la ciudad. Su denominación proviene del Convento de Santo Domingo, fundado en el siglo XIII, cuyos restos aún se conservan parcialmente en la zona alta de la cuesta.
El origen de este camino se remonta a la Edad Media, cuando comunicaba extramuros con los núcleos urbanos del burgo de San Cernin y de la NavarrerÃa. A lo largo de los siglos, la Cuesta de Santo Domingo ha sido escenario de intensas actividades comerciales, dada su cercanÃa al mercado principal de la ciudad, asà como de tránsito religioso, por su vinculación con rutas procesionales y peregrinas hacia la Catedral y otras iglesias históricas.
En la actualidad, la cuesta es especialmente conocida por ser el punto de inicio del Encierro de San FermÃn, que comienza cada mañana del 7 al 14 de julio con el canto a la imagen de San FermÃn ubicada en un pequeño nicho del muro oriental, junto al corral de los toros. Esta imagen, de reducido tamaño pero gran carga simbólica, recibe el cántico de los mozos antes de la apertura del portón y la suelta de los toros, lo que convierte el lugar en uno de los espacios más representativos de las fiestas.
Más allá de su función práctica como conexión entre distintos niveles de la ciudad, esta vÃa constituye un eje histórico, simbólico y emocional para los pamploneses, al condensar siglos de tradición urbana, religiosa y festiva.
San Lorenzo
Situada en el extremo occidental del Casco Antiguo de Pamplona, la parroquia de San Lorenzo es uno de los templos más antiguos y con mayor continuidad devocional de la ciudad. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando fue erigida para dar servicio religioso al burgo de San Cernin. El edificio actual es el resultado de múltiples reformas y reconstrucciones a lo largo de los siglos, especialmente tras su transformación radical en el siglo XIX, que le dio su fisonomÃa actual.
El templo posee una sola nave con capillas laterales comunicadas, crucero marcado y cabecera recta. En su interior se conserva una importante muestra del patrimonio barroco navarro, especialmente en los retablos y esculturas del siglo XVIII. Sin embargo, el espacio más relevante del conjunto es la Capilla de San FermÃn, construida entre 1696 y 1717 por iniciativa de los jurados de la ciudad como espacio independiente dentro de la iglesia parroquial. Obra del arquitecto Santiago Raón, presenta planta de cruz griega cubierta por cúpula y se adorna con mármoles, estucos dorados y esculturas en madera policromada, siguiendo los cánones del barroco tardÃo.
La capilla, concebida como un santuario dentro del templo, está presidida por la imagen de San FermÃn, patrón de Pamplona, una talla de vestir de autor anónimo del siglo XV, profundamente venerada por los fieles. La devoción al santo confiere al templo una relevancia religiosa y simbólica que trasciende su ámbito parroquial, albergando celebraciones de gran arraigo durante el mes de julio, asà como actos litúrgicos vinculados a cofradÃas históricas.
Situada en el corazón del Casco Antiguo de Pamplona, la Iglesia de San Saturnino —popularmente conocida como San Cernin, forma romance del nombre del santo patrón— constituye una de las parroquias más antiguas y representativas de la ciudad. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando fue levantada para servir como centro religioso del burgo franco de San Cernin, uno de los tres núcleos que conformaban la Pamplona medieval antes de la unión promovida por Carlos III en 1423.
El templo fue edificado a partir de 1231 sobre una iglesia anterior, adoptando el estilo gótico en su forma más primitiva y severa, influida por modelos cistercienses. Su carácter era a la vez religioso y defensivo, como evidencia su robusta fábrica de piedra, las torres flanqueantes y el paso de ronda superior. La planta es de nave única con capillas laterales, crucero marcado y cabecera poligonal, todo ello cubierto con bóvedas de crucerÃa.
El diseño del paseo responde al modelo de salón urbano decimonónico, con doble alineación de plátanos de sombra, amplias aceras peatonales, zonas ajardinadas, bancos de fundición y farolas de hierro forjado. Desde su creación, ha sido un espacio de paseo, encuentro y celebración cÃvica para los pamploneses, además de albergar edificios institucionales y monumentos de relevancia.
A lo largo de los siglos, la Ciudadela de Pamplona ha sido testigo de numerosos eventos históricos y ha sufrido varias modificaciones. En la actualidad, gran parte de la estructura se conserva y se utiliza como espacio verde y para actividades culturales. En 2012, la ciudadela recibió el premio de Patrimonio Cultural de la Unión Europea Europa Nostra en la categorÃa de "Conservación".
Los Jardines de la Taconera se encuentran en el lÃmite occidental del Casco Antiguo de Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra. Considerado el parque municipal más antiguo de la ciudad, este recinto ajardinado, de inspiración romántica y aspecto señorial, se extiende junto al Baluarte de la Taconera, integrado en el recinto amurallado de origen medieval y renacentista que protegÃa la ciudad hasta el siglo XIX.
La historia del parque se remonta a 1830, cuando el Ayuntamiento decidió urbanizar los terrenos adyacentes a la antigua Puerta de la Taconera, junto a las murallas, con el objetivo de crear un paseo público para los ciudadanos. Con posterioridad, a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, los jardines fueron ampliados y reformados siguiendo los modelos paisajistas franceses, especialmente en su disposición de caminos curvilÃneos, bancos ornamentales, estatuaria y arbolado de sombra. El parque actual ocupa una superficie de unos 90.000 m² y está declarado como Bien Inventariado del Patrimonio Cultural de Navarra.
El recinto destaca por su diseño clásico y por la abundancia de vegetación: plátanos de sombra, tilos, magnolios, hayas y castaños se combinan con amplias praderas, parterres de temporada y setos recortados. Entre los elementos más singulares se encuentra el foso zoológico, creado en el siglo XX en el antiguo foso defensivo, donde conviven ciervos, pavos reales, patos, cisnes, cabras y jabalÃes, visibles desde el nivel superior del jardÃn. Este curioso espacio es uno de los más entrañables y visitados por familias y paseantes.
Además de su función paisajÃstica, los Jardines de la Taconera cumplen un papel esencial en la vida cultural y social de Pamplona, acogiendo conciertos, eventos infantiles y actividades al aire libre, y sirviendo de tránsito entre el centro histórico y zonas como la Ciudadela, el parque de Antoniutti o el campus universitario.
Comentarios
Publicar un comentario