La muy noble, fidelísima, vencedora, heroica, leal, mártir y abnegada ciudad de Teruel, situada en el sur de Aragón, España, y capital de la provincia homónima. Situada a orillas del río Turia, en una altiplanicie de la cordillera Ibérica, esta ciudad ha desempeñado un papel fundamental en la historia medieval aragonesa y conserva un notable patrimonio mudéjar reconocido por la UNESCO.
Su fundación oficial tuvo lugar en 1171, cuando Alfonso II de Aragón decidió establecer un enclave cristiano en esta zona fronteriza recientemente conquistada a los musulmanes, otorgándole fueros y privilegios para atraer población. Durante la Edad Media, Teruel fue una ciudad amurallada de gran importancia estratégica, con una fuerte identidad municipal y un activo papel en la política del reino. Su decadencia posterior, agravada por las guerras y el aislamiento geográfico, no ha impedido que conserve un conjunto histórico-artístico de singular valor.
El núcleo histórico de Teruel se organiza en torno a una trama urbana de origen medieval que aún conserva parte del trazado original y varios ejemplos excepcionales de arquitectura mudéjar aragonesa. La torre de El Salvador, construida entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV, representa uno de los mejores exponentes de este estilo, caracterizado por el uso decorativo del ladrillo y la cerámica vidriada. Muy cercana a ella se encuentra la torre y la techumbre de la iglesia de San Martín, así como la torre de San Pedro, todas ellas integradas en la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1986 y ampliada en 2001. La Catedral deSanta María de Mediavilla, iniciada en el siglo XII en estilo románico y reformada posteriormente en estilo mudéjar (siglo XIII) y barroco (siglo XVIII), destaca especialmente por su magnífica techumbre de madera pintada, considerada una de las obras más importantes del mudéjar hispánico.
El trazado urbano de Teruel se adapta a la topografía escarpada del terreno, con calles estrechas y empinadas que conducen a plazas recogidas y miradores naturales. En la Plaza del Torico, centro neurálgico de la ciudad, se levanta la pequeña columna con el toro de bronce que simboliza a Teruel, junto a notables edificios modernistas como la Casa El Torico o la Casa Ferrán, proyectadas por el arquitecto Pablo Monguió a comienzos del siglo XX. No lejos se encuentra la Escalinata del Óvalo, construida en 1921 en estilo historicista con influencias mudéjares, que conecta la estación de tren con el casco antiguo, sirviendo como uno de los accesos monumentales a la ciudad.
Entre los espacios religiosos más significativos destaca el conjunto de San Pedro, iglesia mudéjar del siglo XIV, restaurada en el siglo XIX y decorada interiormente en estilo neogótico. Este templo acoge, en una capilla subterránea, los célebres Amantes de Teruel, Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura, cuyos sepulcros fueron esculpidos en alabastro por Juan de Ávalos en 1956. La leyenda de los Amantes ha dado fama universal a la ciudad y constituye uno de los principales referentes culturales y turísticos de Teruel.
A pesar de su tamaño reducido, Teruel conserva también una notable arquitectura civil, como el Acueducto de Los Arcos, obra renacentista de finales del siglo XVI, que servía al abastecimiento de agua de la ciudad. Otros elementos destacables son los restos de muralla medieval, algunos torreones, y un número creciente de edificios restaurados que conservan elementos góticos, renacentistas o barrocos. El Museo Provincial, instalado en la Casa de la Comunidad (siglo XVI), permite recorrer la historia de la ciudad y su entorno desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna.
Teruel ha sabido preservar su carácter tradicional y su patrimonio monumental con un equilibrio notable entre autenticidad y adaptación a la vida contemporánea. A pesar de los retos demográficos, la ciudad mantiene una importante actividad cultural ligada a su historia, su legado mudéjar y su identidad aragonesa, proyectada en festividades como la Semana Modernista, Las Bodas de Isabel o la Vaquilla del Ángel. Todo ello convierte a Teruel en un enclave histórico de gran interés, testimonio de la diversidad artística y cultural de la España interior y conocemos con el vídeo del Canal de YouTube.
Catedral de Santa María de Mediavilla
La Catedral de Santa María de Mediavilla, situada en el corazón de Teruel, es una de las joyas más importantes del arte mudéjar aragonés y un símbolo destacado del patrimonio cultural de la ciudad. Su origen se remonta al siglo XII, con la construcción inicial en estilo románico, aunque su aspecto actual responde principalmente a las transformaciones llevadas a cabo entre los siglos XIII y XVI, donde el estilo mudéjar adquirió plena expresión.
Este templo presenta una planta rectangular de tres naves divididas por robustos pilares y cubiertas con una magnífica armadura de par y nudillo, típica del mudéjar aragonés, que destaca por su rica decoración geométrica y vegetal. La nave central, más elevada que las laterales, aporta una gran luminosidad al interior, mientras que la cabecera fue reformada en estilo gótico mudéjar. El cimborrio octogonal, construido en el siglo XVI, corona el crucero y añade un elemento arquitectónico singular con ventanas ajimezadas y decoración plateresca.
Uno de los elementos más emblemáticos de la catedral es la torre mudéjar, construida en 1257, que destaca por su planta cuadrada y la decoración con cerámica vidriada en tonos ocres, verdes y azules. Esta torre, que combina motivos geométricos y formas entrelazadas, es una muestra clara de la influencia islámica en la arquitectura cristiana medieval y forma parte del conjunto de monumentos mudéjares de Teruel declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986.
La catedral ha sido testigo de importantes acontecimientos históricos y religiosos y, desde 1587, ejerce como sede de la diócesis de Teruel y Albarracín. Su valor artístico, histórico y cultural la convierte en un destino imprescindible para quienes visitan Teruel y desean comprender la rica fusión de culturas que caracteriza a esta región.
El conjunto arquitectónico se encuentra ubicado en la Plaza de la Catedral, en el centro histórico de la ciudad, integrándose con otros edificios y espacios de interés que configuran el casco antiguo de Teruel, un enclave donde la historia y el arte mudéjar se mantienen vivos.
En definitiva, la Catedral de Santa María de Mediavilla es una obra maestra del mudéjar aragonés, que refleja la convivencia y el intercambio cultural entre cristianos y musulmanes en la Edad Media, y un patrimonio imprescindible para el conocimiento del arte y la historia de Aragón.
Plaza del Torico
La Plaza del Torico, oficialmente denominada Plaza de Carlos Castel, es el corazón palpitante de Teruel y uno de los espacios urbanos más emblemáticos de Aragón. Aunque su nombre oficial rinde homenaje a Carlos Castel y González de Amezúa, abogado y político que impulsó importantes obras públicas en la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX , los turolenses la conocen y sienten como la Plaza del Torico, en referencia a la pequeña escultura de un toro que corona la fuente central .
Esta fuente, instalada en 1858, es uno de los símbolos más queridos de Teruel. Consiste en una columna de siete metros de altura rematada por una figura de bronce de un toro de apenas 54 centímetros. A pesar de su tamaño modesto, el “Torico” es un emblema de la ciudad y protagonista de numerosas leyendas locales. Según una de ellas, durante la Reconquista, un toro guiado por una estrella señaló el lugar donde se fundaría Teruel .
La plaza, de forma triangular y con una ligera pendiente hacia el sur, está rodeada de edificios con soportales que albergan comercios y cafeterías. Entre ellos destacan construcciones modernistas como la Casa El Torico y la Casa La Madrileña, que aportan un carácter distintivo al conjunto urbano .
Además de su valor arquitectónico y simbólico, la Plaza del Torico es el epicentro de la vida social y festiva de Teruel. Durante las Fiestas de la Vaquilla del Ángel, celebradas en julio, el Torico se engalana con un pañuelo rojo, marcando el inicio de las celebraciones.
Iglesia de San Pedro
La Iglesia de San Pedro en Teruel es un destacado ejemplo de la arquitectura mudéjar aragonesa. Construida en el siglo XIV sobre los restos de un antiguo templo románico, esta iglesia es conocida por su impresionante torre-campanario, que es el ejemplo más antiguo del mudéjar turolense y data del siglo XIII.
El edificio presenta una nave única de cinco tramos con capillas laterales entre los contrafuertes, un ábside poligonal y un coro alto a los pies. La nave está cubierta con bóvedas de crucería sencilla reforzadas por arcos fajones apuntados, lo que le da una gran sensación de unidad y amplitud. En el hastial occidental del templo se abre un gran rosetón en la zona superior y la portada principal en la zona inferior, decorada con arquivoltas apuntadas y abocinadas.
El interior de la iglesia fue decorado entre 1896 y 1902 en estilo modernista neomudéjar por Pablo Monguió Segura y Salvador Gisbert. Además, la iglesia cuenta con un claustro adosado, de planta cuadrada, cuyas crujías se dividen en cinco tramos cubiertos con bóveda de crucería.
La Iglesia de San Pedro es también famosa por albergar el Mausoleo de los Amantes de Teruel, un espacio museístico construido anexo a la iglesia donde se pueden visitar las tumbas de los célebres amantes.
Mausoleo de los Amantes de Teruel
El Mausoleo de los Amantes de Teruel, ubicado junto a la Iglesia de San Pedro en la ciudad de Teruel, es uno de los monumentos más emblemáticos y cargados de historia romántica de la región aragonesa. Este mausoleo rinde homenaje a la legendaria historia de los Amantes de Teruel, un trágico relato de amor medieval que ha trascendido siglos y se ha convertido en un símbolo de la ciudad.
El mausoleo alberga las sepulturas de Diego de Marcilla e Isabel de Segura, protagonistas de esta historia de amor imposible ocurrida en el siglo XIII. La construcción original data de finales del siglo XVI, cuando se levantó el enterramiento para perpetuar la memoria de los amantes. Su estilo combina elementos renacentistas con detalles góticos, reflejando las transformaciones artísticas del momento.
En su interior, destacan dos sepulcros de alabastro policromado que representan las figuras yacentes de los amantes, talladas con gran delicadeza y expresividad. Estas esculturas funerarias son obra del escultor Juan de Ávalos, realizadas en el siglo XX, que lograron captar la emotividad y la leyenda que rodea a Diego e Isabel.
El Mausoleo se encuentra anexo a la Iglesia de San Pedro, templo mudéjar construido entre los siglos XIII y XIV, que por sí mismo es un monumento de gran valor arquitectónico con su característica torre de cerámica vidriada y decoración geométrica. La proximidad de ambos espacios invita a los visitantes a conocer no solo la historia de los Amantes, sino también el contexto cultural y religioso en el que se enmarca esta leyenda.
Declarado Bien de Interés Cultural, el Mausoleo de los Amantes de Teruel es un punto de visita imprescindible para quienes desean profundizar en la historia local, el arte funerario y la tradición literaria de Aragón. Su combinación de historia, arte y leyenda contribuye a mantener viva una de las narrativas más emotivas de la cultura española.
Torre de El Salvador
La Torre Campanario de la Iglesia de El Salvador es una de las joyas del mudéjar turolense y un símbolo indiscutible del paisaje urbano de Teruel. Construida entre las décadas de 1320 y 1330, representa la última de las grandes torres mudéjares erigidas en la ciudad, y su diseño evolucionado refleja la madurez de este estilo artístico que fusiona elementos islámicos y cristianos.
La torre se alza sobre la calle El Salvador, permitiendo el paso de peatones y vehículos a través de un arco apuntado que la convierte en una auténtica torre-puerta. Su estructura sigue el modelo de alminar almohade: dos torres cuadradas concéntricas, entre las que se sitúa una escalera de caracol que asciende hasta el campanario. La torre interior alberga tres estancias superpuestas, cubiertas con bóvedas de crucería y cañón apuntado.
El exterior de la torre es un despliegue de ornamentación mudéjar: frisos de esquinillas, arcos mixtilíneos entrecruzados, paños de sebka y cerámica vidriada en tonos verdes y blancos que forman motivos geométricos como estrellas de ocho puntas y cruces. Estos elementos decorativos no solo embellecen la estructura, sino que también reflejan la influencia islámica en la arquitectura cristiana de la época.
En 1986, la UNESCO reconoció la Torre de El Salvador como Patrimonio Mundial de la Humanidad, junto con otras construcciones mudéjares de Teruel, por su valor excepcional y universal.
Tras su restauración entre 1991 y 1993, la torre se convirtió en la primera torre mudéjar visitable de Teruel. En su interior alberga el Centro de Interpretación de la Arquitectura Mudéjar Turolense, que ofrece al visitante una visión completa de este estilo artístico, sus materiales, técnicas constructivas y su evolución a lo largo del tiempo.
Ascender los 122 escalones de la torre permite no solo apreciar su estructura interna, sino también disfrutar de una panorámica única de la ciudad desde su campanario. Es una experiencia imprescindible para quienes deseen comprender la riqueza cultural y arquitectónica de Teruel.
La Torre de El Salvador no es solo un monumento; es un testimonio vivo de la convivencia de culturas y de la maestría de los artesanos que, siglos atrás, supieron combinar tradición e innovación para legarnos una de las obras más bellas del mudéjar aragonés.
Escalinata del Óvalo
La Escalinata del Óvalo, también conocida como Escalinata de la Estación o de Torán, es una de las obras más emblemáticas de Teruel y un símbolo de bienvenida para quienes llegan a la ciudad por ferrocarril. Construida entre 1920 y 1921, fue diseñada por el ingeniero turolense José Torán de la Rad con el propósito de salvar el desnivel de 26 metros que separa la estación de tren del casco histórico, ofreciendo al mismo tiempo una entrada monumental a la ciudad .
Esta majestuosa escalinata es un ejemplo destacado del estilo neomudéjar, caracterizado por el uso de ladrillo rojo, piedra tallada y cerámica vidriada en tonos verdes y blancos. Su diseño incorpora también elementos modernistas, visibles en las delicadas farolas de forja que jalonan el recorrido .
La estructura se divide en tres tramos diferenciados, conectados por dos pequeñas plazas. Desde la estación, la escalinata asciende a través de los Jardincillos de la Estación hasta una primera plaza con un espacio verde central. A continuación, siete tramos de escaleras conducen a una plaza-mirador presidida por una gran fuente y un altorrelieve de los Amantes de Teruel, obra del escultor Aniceto Marinas. Finalmente, dos escaleras semicirculares rodean esta plaza y desembocan en el Paseo del Óvalo, rematadas por dos torreones .
Además de su función práctica, la escalinata es una exaltación de la historia y el patrimonio de Teruel. En su decoración se incluyen el escudo de la ciudad y referencias a localidades cercanas, como Montalbán y Aliaga, en las estribaciones de las escaleras laterales .
Declarada Bien de Interés Cultural en 2008, la Escalinata del Óvalo no solo facilita el acceso al centro histórico, sino que también representa un abrazo simbólico de la ciudad a sus visitantes, anticipando la riqueza arquitectónica y cultural que Teruel ofrece .
Museo de Arte Sacro
El Museo de Arte Sacro de Teruel se encuentra instalado en el Palacio Episcopal, edificio situado junto a la catedral y que constituye uno de los principales testimonios de la arquitectura civil eclesiástica de la ciudad. El palacio, cuya construcción se inició a finales del siglo XVI y concluyó en el siglo XVIII, responde a un estilo renacentista sobrio, con una portada de orden clásico flanqueada por columnas y coronada por un frontón triangular. En su interior se articula en torno a un patio central de doble galería, y alberga tanto dependencias administrativas como residenciales del obispo.
El museo fue inaugurado en 1984 por iniciativa del obispo Damián Iguacén Borau con el fin de conservar, estudiar y difundir el patrimonio artístico de la Diócesis de Teruel y Albarracín. En 2021 fue objeto de una profunda renovación museográfica, que reorganizó sus fondos con criterios temáticos y simbólicos, empleando el color, la iluminación y la disposición de las piezas para realzar su significado devocional y artístico.
La exposición permanente se divide en tres grandes ámbitos, definidos por el simbolismo de los colores: rojo para la redención y la figura de Cristo, azul para la maternidad y el culto mariano, y verde para la fidelidad y la santidad. A través de ellos se presentan obras que abarcan desde el siglo XII hasta el siglo XVIII, incluyendo tallas románicas, retablos góticos, pinturas renacentistas y objetos litúrgicos barrocos. Entre las piezas más destacadas se encuentran la tabla de la Virgen del Patrocinio, una imagen de Cristo Crucificado en marfil conocida como el Árbol de la Vida, y una colección de esculturas en madera policromada procedentes de parroquias y conventos de la diócesis.
El museo conserva además un importante fondo bibliográfico con ejemplares litúrgicos y devocionales impresos entre los siglos XVI y XVIII, así como piezas de orfebrería, tejidos y objetos de culto. Todo ello contribuye a ilustrar la riqueza y variedad del arte religioso aragonés, profundamente enraizado en la vida cotidiana de las comunidades rurales y urbanas de la región.
La colección se presenta con una clara vocación didáctica y espiritual, en continuidad con el espacio catedralicio contiguo. El Museo de Arte Sacro del Palacio Episcopal no solo conserva y muestra objetos de valor artístico, sino que permite comprender la profunda dimensión cultural, simbólica y pastoral del arte cristiano en la historia de Teruel.
Acueducto de Los Arcos
El Acueducto de los Arcos, también conocido como Traída de las Aguas, es una de las obras de ingeniería más destacadas del Renacimiento español y un símbolo emblemático de la ciudad de Teruel. Construido entre 1537 y 1558 bajo la dirección del arquitecto francés Quinto Pierres Vedel, este acueducto-viaducto fue diseñado para mejorar el suministro de agua en una ciudad que, hasta entonces, dependía de aljibes y pozos .
La construcción del acueducto comenzó en 1537, captando el agua de la Peña del Macho, una fuente situada a mitad de camino entre Teruel y Valdecebro. Sin embargo, debido a su elevado coste económico, las obras fueron abandonadas temporalmente. En 1551, el Concejo de Teruel encargó a Quinto Pierres Vedel la reanudación de la construcción, completándose el tramo entre la Peña del Macho y el Carrel en 1552. Para ello, se tendió una conducción de 4.450 metros con 140 arquetas y dos minas subterráneas, cruzando dos barrancos mediante arcos .
El acueducto consta de dos niveles: el superior, con seis arcos, destinado al transporte del agua, y el inferior, con dos arcos, utilizado para el tránsito. Esta estructura no solo cumplía una función utilitaria, sino que también se convirtió en un elemento representativo de la ciudad .
Una vez concluidos los Arcos en 1554, el siguiente paso fue solventar la complicada distribución del agua en una ciudad con significativas irregularidades topográficas. Además de los puntos de suministro necesarios para cubrir las demandas vecinales, se crearon tres fuentes suplementarias exigidas por D. Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza, como contraprestación a la prórroga del plazo de la contribución para la ejecución de la obra cobrada a los clérigos turolenses .
En medio de una gran expectación popular, el agua llegó a la fuente de la Plaza Mayor en 1558. En los años siguientes, se completó la trama urbana de la Traída, instalándose un total de 14 puntos de agua, alimentados por una conducción de casi 5 kilómetros .
El Acueducto de los Arcos no solo es una muestra de la ingeniería hidráulica de la época, sino también un testimonio del ingenio y la dedicación de quienes trabajaron en su construcción. Hoy en día, sigue siendo una de las principales atracciones turísticas de Teruel, ofreciendo a los visitantes una visión del pasado y una apreciación por la historia de la ciudad.
Plaza de Pérez Prado
La Plaza de Pérez Prado, también conocida como Plaza del Seminario, es uno de los rincones más emblemáticos del casco histórico de Teruel. Ubicada en el corazón de la ciudad, esta plaza peatonal combina historia, arquitectura y vida cotidiana, convirtiéndose en un punto de encuentro tanto para locales como para visitantes.
Dominando la plaza se alza la imponente Torre de San Martín, una joya del arte mudéjar aragonés construida entre 1315 y 1316. Esta torre-puerta, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, destaca por su ornamentación en ladrillo y cerámica vidriada. Su estructura permite el paso de vehículos y peatones a través de una bóveda ojival que conecta con la Cuesta de la Andaquilla .
En uno de los laterales de la plaza se encuentra el Seminario Conciliar, mandado construir en el siglo XVIII por el obispo Francisco Pérez de Prado y Cuesta. Este edificio, también conocido como “Colegio de Jesuitas”, fue una de las grandes obras del arquitecto turolense José Martín de la Aldehuela y refleja la importancia de la educación y la religión en la historia de la ciudad .
Convento de Santa Clara
La Iglesia del Convento de Santa Clara, ubicada en la Plaza del Cristo Rey de Teruel, es un monumento de gran relevancia histórica y arquitectónica en la ciudad. Fundado en 1369 por Leonor de Sicilia, esposa del rey Pedro IV el Ceremonioso, el convento se estableció en el antiguo palacio real, convirtiéndose en el único monasterio femenino de Teruel hasta el siglo XVII .
A lo largo de los siglos, el convento ha sido testigo de diversos acontecimientos y transformaciones. Durante la Guerra Civil Española, sufrió importantes daños, lo que llevó a una reconstrucción en la posguerra. En esta restauración, se eliminaron elementos originales como la cúpula y los frescos barrocos de Dionís Vidal, discípulo de Palomino, que decoraban la iglesia .
La iglesia del convento presenta una planta de tres naves con bóvedas de medio cañón y lunetos, característica del estilo barroco del siglo XVII. A pesar de las modificaciones, conserva su esencia y continúa siendo un testimonio del legado religioso y cultural de Teruel.
En 2018, el convento cerró sus puertas debido al envejecimiento de las últimas monjas que lo habitaban, quienes fueron trasladadas a otros monasterios en Zaragoza y Valencia. Desde entonces, el edificio ha permanecido deshabitado y ha sido puesto a la venta, buscando una nueva función que permita preservar su valor patrimonial .
El Convento de Santa Clara no solo es un símbolo de la historia religiosa de Teruel, sino también un reflejo de la evolución arquitectónica y social de la ciudad a lo largo de los siglos.
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