Basílica di Santa María Maggiore
ROMA
La Basílica Papal de Santa María la Mayor, Basilica di Santa Maria Maggiore, también conocida como Basilica di Santa Maria della Neve y Basílica Liberiana Santa María Maggiore, se sitúa en la colina del Esquilino, en el centro histórico de Roma, y es una de las cuatro basílicas mayores de la ciudad, junto con San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros. Está dedicada a la Virgen María y es el principal santuario mariano de Roma. Su fundación se vincula al pontificado del papa Sixto III, quien la consagró en el año 434, poco después del Concilio de Éfeso de 431, en el que se proclamó solemnemente el dogma de María como Theotokos, Madre de Dios.
La basílica conserva de manera excepcional la planta basilical paleocristiana, con una nave central amplia y elevada, flanqueada por dos naves laterales separadas por treinta y seis columnas de mármol y cuatro pilares, en gran parte reutilizados de edificaciones romanas antiguas. Sobre las columnas se alza un entablamento rectilíneo, elemento característico de las basílicas cristianas primitivas. El techo de madera artesonado, dorado en el siglo XVI, se asocia tradicionalmente al oro procedente de América entregado a la Santa Sede tras los primeros viajes colombinos.
Uno de los conjuntos artísticos más relevantes del templo es el de los mosaicos del siglo V, que decoran tanto la nave como el arco triunfal. Los mosaicos de la nave representan escenas del Antiguo Testamento relacionadas con la historia del pueblo de Israel, mientras que los del arco triunfal desarrollan episodios de la infancia de Cristo y exaltan la figura de la Virgen María. Este programa iconográfico constituye uno de los testimonios más importantes del arte paleocristiano conservados en Roma. A ellos se suma el pavimento cosmatesco del siglo XII, ejemplo destacado del arte decorativo medieval romano.
El presbiterio se organiza en torno al altar papal, bajo el cual se encuentra la Confesión, espacio destinado a la veneración de las reliquias tradicionalmente identificadas con fragmentos del pesebre de Belén. Estas reliquias se conservan en un relicario diseñado en el siglo XIII por Arnolfo di Cambio, una de las figuras más relevantes de la escultura medieval italiana. Sobre el altar se alza un baldaquino de estructura arquitectónica que subraya la centralidad litúrgica del espacio.
El techo de la nave central es uno de los elementos más destacados del conjunto. Se trata de un artesonado de madera ricamente decorado y dorado, realizado a finales del siglo XV. Tradicionalmente se atribuye su diseño al arquitecto Giuliano da Sangallo y su ejecución se sitúa en el pontificado de Alejandro VI. Según la tradición, el dorado del techo se realizó con oro procedente de América, donado a la Santa Sede por los Reyes Católicos. Este artesonado constituye uno de los ejemplos más tempranos y notables del uso del dorado renacentista en un gran templo romano, integrándose visualmente con la arquitectura paleocristiana sin alterar su estructura original.
La basílica alberga varias capillas de gran relevancia histórica y artística. La Capilla Sixtina, construida entre 1585 y 1587 por encargo del papa Sixto V, sirve como lugar de enterramiento del pontífice y responde a un lenguaje arquitectónico propio del Renacimiento tardío romano. La Capilla Paulina, también llamada Capilla Borghese, fue edificada entre 1605 y 1613 por voluntad del papa Pablo V. En ella se custodia la imagen de la Salus Populi Romani, icono mariano de profunda devoción en la ciudad de Roma y estrechamente vinculado a la historia religiosa de la urbe.
En el interior de la basílica se encuentra la tumba de Gian Lorenzo Bernini, uno de los artistas más influyentes del Barroco romano. El escultor y arquitecto, fallecido en 1680, fue enterrado en una sepultura sencilla situada en el suelo, en la nave derecha, junto a otros miembros de su familia. La modestia de la tumba contrasta con la extraordinaria importancia de su legado artístico y con la relevancia que tuvo en la Roma del siglo XVII.
El exterior del edificio refleja las sucesivas intervenciones históricas. Destaca especialmente el campanile medieval, construido en el siglo XIV, que con unos 75 metros de altura es el más alto de Roma. La fachada principal actual fue diseñada en el siglo XVIII por el arquitecto Ferdinando Fuga, quien incorporó una logia superior que protege mosaicos medievales del siglo XIII dedicados a la Virgen.
A lo largo de los siglos, Santa María la Mayor ha mantenido una relación constante con el papado y con la liturgia romana, conservando su función sin interrupciones desde la Antigüedad tardía. Su excepcional continuidad histórica, unida a la riqueza de su arquitectura y de sus obras de arte, la convierten en uno de los templos más importantes del cristianismo occidental y en un referente esencial del patrimonio histórico y artístico de Roma.
ARTÍCULO del BLOG - ROMA
Una maravilla, y donde reposan los restos del gran Bernini.
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