El casco urbano conserva la estructura irregular caracterÃstica de los pequeños pueblos de repoblación, con calles estrechas y casas de mamposterÃa encalada, muchas de ellas con portadas de granito labrado.
El convento fue erigido por iniciativa del propio San Pedro de Alcántara, insigne reformador de la orden franciscana y figura clave del ascetismo contrarreformista, como parte de su proyecto de retorno a la observancia más estricta de la Regla de San Francisco. En este paraje retirado, el santo construyó con sus propias manos las primeras estancias, utilizando materiales humildes y aprovechando los elementos del entorno. La fundación fue favorecida por la noble Leonor de Osorio, condesa de Palma, quien cedió el terreno para la instalación de la comunidad.
La arquitectura original del convento es de una extrema sencillez, acorde con el voto de pobreza de sus fundadores. El núcleo primitivo está formado por un pequeño oratorio, una celda de escasÃsimo tamaño donde vivÃa el santo —de apenas dos metros de largo por uno de ancho—, un diminuto refectorio y una reducida estancia comunitaria. Todo el conjunto se levanta en mamposterÃa irregular y cubiertas de teja árabe, sin ornamentación exterior ni elementos decorativos. Posteriormente, en los siglos XVII y XVIII, se añadieron algunas dependencias auxiliares, incluida una pequeña iglesia con espadaña, un claustro mÃnimo y espacios de hospedaje.
En la actualidad, el convento está habitado por una pequeña comunidad franciscana que mantiene vivo el espÃritu de recogimiento y oración. El conjunto ha sido cuidadosamente restaurado para garantizar su conservación, respetando al máximo la configuración original. Su visita permite una comprensión directa de las condiciones en las que vivieron los primeros frailes descalzos y del rigor extremo que caracterizó la reforma franciscana impulsada por San Pedro de Alcántara.
Situado en un entorno natural de gran serenidad, entre encinares y afloramientos granÃticos, el Convento de El Palancar se erige como uno de los lugares más representativos del misticismo cristiano en Extremadura. Su humildad arquitectónica y su valor histórico lo convierten en un testimonio excepcional del monacato eremÃtico del siglo XVI, conservado con notable autenticidad hasta nuestros dÃas.
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