Sevilla - Real Alcázar - Andalucía 🇪🇸

 REAL ALCÁZAR

SEVILLA

El Real Alcázar de Sevilla es un conjunto palaciego amurallado situado en el corazón de la ciudad, en la provincia de Sevilla, Andalucía. Es considerado el palacio real en uso más antiguo de Europa y refleja la rica historia y diversidad cultural de la región a través de sus múltiples transformaciones arquitectónicas, que abarcan los estilos islámico, mudéjar, gótico, renacentista y barroco. En 1987, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con la Catedral de Sevilla y el Archivo General de Indias, en reconocimiento a su valor histórico y arquitectónico.


Los orígenes del Alcázar se remontan al año 913, cuando el califa de Córdoba, Abderramán III, ordenó la construcción de un recinto gubernamental llamado Dar al-Imara en el sector sur de Sevilla. Durante la dominación almohade en los siglos XII y XIII, el complejo se amplió significativamente, incluyendo la edificación de palacios y patios adicionales. Tras la reconquista cristiana en 1248, los monarcas castellanos adaptaron y expandieron el Alcázar, integrando elementos arquitectónicos propios y preservando influencias islámicas.



En 1364, el rey Pedro I de Castilla mandó construir el Palacio Mudéjar, una obra maestra que combina técnicas y estilos islámicos y cristianos. A lo largo del tiempo, se añadieron estructuras renacentistas y barrocas, conformando el ecléctico conjunto que se aprecia en la actualidad. El Alcázar ha sido testigo de eventos históricos trascendentales y continúa siendo una residencia oficial de la familia real española durante sus visitas a Sevilla.


El Palacio Mudéjar, encargado por Pedro I en el siglo XIV, destaca por su exquisita decoración de yeserías, azulejos y techumbres de madera labrada. El Salón de Embajadores, con su impresionante cúpula dorada, es uno de los espacios más emblemáticos del palacio, utilizado históricamente para recepciones oficiales. Este palacio es un ejemplo sobresaliente del estilo mudéjar, que fusiona elementos islámicos y cristianos en perfecta armonía.


El Palacio Gótico fue construido durante el reinado de Alfonso X y se caracteriza por sus amplios salones decorados con tapices y azulejos de la época. En sus sótanos se encuentran los Baños de Doña María de Padilla, cisternas subterráneas con bóvedas góticas que servían como aljibes y ofrecían un refugio fresco en los meses calurosos. Estos baños han inspirado numerosas leyendas y son uno de los lugares más evocadores del Alcázar.

El Patio de las Doncellas es el patio central del Palacio Mudéjar y destaca por su estanque rodeado de jardines hundidos y arcos ornamentados. Este espacio ejemplifica la fusión de estilos islámico y cristiano, reflejando la convivencia cultural de la época. Por otro lado, el Patio de la Montería servía como punto de reunión para las partidas de caza real y es la entrada principal al palacio de Pedro I. Está flanqueado por galerías y da acceso a diversas estancias palaciegas.


Los jardines del Real Alcázar abarcan desde diseños islámicos hasta renacentistas y modernos, distribuidos en terrazas con una exuberante vegetación, fuentes, pabellones y una variada colección de naranjos y palmeras. El Pabellón de Carlos V, construido sobre una estructura islámica previa, se encuentra en uno de los sectores más antiguos de los jardines. Además, la Galería de Grutescos, una logia decorada con rocas artificiales, ofrece vistas panorámicas de los jardines.


Estos jardines no solo destacan por su belleza paisajística, sino también por su valor histórico, ya que han sido modificados y ampliados a lo largo de los siglos por diversos monarcas. Representan una evolución del arte de la jardinería, combinando influencias islámicas, renacentistas y barrocas.


El Real Alcázar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, junto con la Catedral de Sevilla y el Archivo General de Indias. Este reconocimiento se debe a su excepcional valor histórico, arquitectónico y cultural y recorremos con los vídeos del Canal de YouTube.


Artículo del Blog - SEVILLA

Puerta del León

La Puerta del León, también conocida como Puerta de la Montería, es la entrada principal al Real Alcázar de Sevilla. Construida en el siglo XIV sobre las murallas almohades, esta puerta servía como acceso directo al palacio mudéjar del rey Pedro I. Su nombre actual proviene de un azulejo de cerámica sevillana que representa a un león sosteniendo un crucifijo, colocado en 1892. 

Al atravesar la Puerta del León, se accede al Patio del León, donde destaca un lienzo de muralla almohade con tres arcos de medio punto. Este patio conecta con el Patio de la Montería, que da acceso al Palacio del Rey Don Pedro. 

La Puerta del León es un ejemplo significativo de la arquitectura almohade en Sevilla y ha sido restaurada en varias ocasiones para preservar su estructura y elementos decorativos. Es un punto de entrada emblemático que conecta la historia medieval de la ciudad con su esplendor renacentista y barroco.


Patio de la Montería

El Patio de la Montería es uno de los espacios más emblemáticos del Real Alcázar de Sevilla, situado en el corazón del conjunto palaciego. Su denominación proviene de la época medieval, cuando el patio era el punto de reunión de los monteros del rey antes de salir de cacería, especialmente durante la época de Alfonso XI en el siglo XIV. Este monarca, gran aficionado a la caza, promovió importantes reformas en el Alcázar y consolidó su uso como residencia regia.

El patio actual conserva una clara estructura rectangular y está rodeado por importantes edificios de distintas etapas históricas. Al oeste se alza la imponente fachada del Palacio del Rey Don Pedro, también conocido como el Palacio Mudéjar, una de las obras maestras de la arquitectura medieval peninsular. Fue construido entre 1356 y 1366 por iniciativa de Pedro I de Castilla, quien ordenó la incorporación de elementos islámicos, cristianos y hebraicos en una síntesis decorativa que caracterizó al mudéjar. Su portada principal, ricamente decorada, da acceso directo al interior del palacio.

En el lado este del patio se encuentran dependencias renacentistas que corresponden a ampliaciones realizadas durante los siglos XVI y XVII, cuando el Alcázar fue adaptándose progresivamente a las necesidades de la monarquía hispánica de los Austrias y posteriormente de los Borbones. Estos espacios incluyen salas de recepción, estancias administrativas y galerías que ofrecen una vista elevada sobre el patio.

El espacio central del Patio de la Montería está dominado por una amplia explanada pavimentada y ajardinada, fruto de diversas intervenciones modernas destinadas a mejorar la accesibilidad y la contemplación del entorno monumental. Su diseño actual facilita la lectura del conjunto y permite una visión clara de la evolución arquitectónica del Alcázar a lo largo de los siglos, desde la época almohade hasta las reformas contemporáneas.

En sus muros y estructuras se refleja la convivencia de culturas que caracterizó a la ciudad de Sevilla durante gran parte de su historia. El Real Alcázar, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987, mantiene en este patio uno de sus espacios más representativos, donde la historia, la arquitectura y el poder real se funden en un mismo escenario.


Patio del Yeso y Sala de la Justicia

El Patio del Yeso y la Sala de la Justicia son los espacios más antiguos que se conservan en el conjunto monumental del Real Alcázar de Sevilla. Ambos pertenecen a la fase almohade del recinto, construidos hacia mediados del siglo XII, cuando Sevilla era una de las principales capitales del Imperio almohade en al-Ándalus. Su conservación dentro del actual Alcázar permite entender el origen islámico del complejo y su transformación tras la conquista cristiana, ya que estos espacios fueron reutilizados e integrados en las ampliaciones posteriores realizadas por los reyes castellanos.


El Patio del Yeso ocupa una posición en el sector oriental del Alcázar, y constituye un ejemplo paradigmático de la arquitectura palaciega islámica. Tiene planta rectangular y está organizado según un eje longitudinal marcado por un canal de agua que conecta dos pequeñas albercas, siguiendo un esquema típico del jardín andalusí, con clara influencia oriental. 


Las albercas están dispuestas a ambos lados de una franja central, enmarcadas por andenes laterales que permitían el tránsito peatonal. El patio estaba rodeado por pórticos o estancias de uso residencial, de las que se conservan vestigios arqueológicos. Su diseño no responde solo a criterios estéticos, sino también a una concepción funcional del espacio como lugar de reposo, frescor y contemplación, en una estrecha relación entre arquitectura y naturaleza.


El elemento más significativo del Patio del Yeso es el testero oriental, que conserva una importante decoración en yeso tallado, formada por arcos entrelazados ciegos decorados con atauriques y formas geométricas. Este tipo de yeserías eran comunes en la arquitectura islámica del periodo, aunque los restos conservados en el Alcázar constituyen uno de los escasos ejemplos supervivientes in situ de época almohade en la península ibérica. La riqueza ornamental de estas yeserías, unida a su disposición arquitectónica, indica que este patio formaba parte de un complejo palaciego de relevancia dentro del conjunto islámico original.



Contigua al patio se sitúa la Sala de la Justicia, también conocida como Sala del Techo de Mocárabes. Este espacio, de planta rectangular, conserva una estructura muy similar a la que tenía en época almohade. Tras la conquista de Sevilla por Fernando III en 1248, la sala fue incorporada a las dependencias utilizadas por los monarcas castellanos. 


Su adaptación como sala de audiencia o tribunal se atribuye tradicionalmente al rey Alfonso XI en el siglo XIV. El nombre actual hace referencia al espléndido artesonado de madera que cubre la estancia, decorado con mocárabes, una forma de ornamentación tridimensional típica del arte islámico. Aunque es probable que la techumbre fuera restaurada en época mudéjar, mantiene el esquema y la técnica originales, siendo uno de los ejemplos más antiguos de este tipo conservados en Sevilla.


En los muros laterales de la Sala de la Justicia se conserva un banco corrido de piedra que recorre el perímetro de la sala, destinado a los asistentes a los actos celebrados en el interior. La sobriedad de sus muros contrasta con la riqueza decorativa del techo, y pone de relieve el carácter funcional y representativo del espacio. Esta sala formaba parte de la estructura original almohade, pero fue reinterpretada en clave cristiana tras la conquista, lo que refleja un proceso de continuidad y transformación arquitectónica común en los palacios medievales peninsulares.


La conservación del Patio del Yeso y la Sala de la Justicia permite entender las fases iniciales de ocupación del Alcázar, anteriores al reinado de Pedro I, que transformó radicalmente el conjunto con la construcción del Palacio Mudéjar. Ambos espacios son, por tanto, esenciales para comprender la evolución del recinto, desde su origen como alcazaba islámica hasta convertirse en residencia real castellana. Constituyen también un testimonio excepcional del arte almohade en Sevilla y de su influencia posterior en la arquitectura mudéjar. A pesar de las transformaciones sufridas con el paso de los siglos, se mantienen como elementos singulares dentro del conjunto monumental del Real Alcázar, y son testigos directos del pasado islámico de la ciudad.


Casa de Contratación y Cuarto del Almirante

El Cuarto del Almirante y la antigua Casa de la Contratación forman parte del conjunto monumental del Real Alcázar de Sevilla y están estrechamente ligados a la historia marítima y comercial de la ciudad durante la Edad Moderna. Ambos espacios se encuentran en el ala occidental del recinto palaciego y conservan un importante valor histórico por su vinculación directa con el comercio transatlántico y la administración imperial en los siglos XVI y XVII.

La Casa de la Contratación de Indias fue fundada en 1503 por los Reyes Católicos con sede en Sevilla, ciudad que ostentaba entonces el monopolio del comercio con América. Aunque su emplazamiento original estuvo fuera del Alcázar, en el entorno de la Catedral, en 1509 pasó a ocupar dependencias dentro del recinto palaciego, donde permaneció hasta su traslado definitivo a Cádiz en el siglo XVIII. Esta institución regulaba el tráfico marítimo, expedía licencias de navegación, recaudaba impuestos sobre las mercancías procedentes del Nuevo Mundo y servía también como tribunal de comercio.

Dentro del Real Alcázar, la Casa de la Contratación ocupaba un conjunto de salas y dependencias administrativas, entre las que destacaba el Cuarto del Almirante, concebido como despacho y lugar de reunión del Almirante de la Mar Océana, cargo vinculado a la dirección de los asuntos navales y comerciales. Este espacio fue utilizado por figuras clave en la historia de la exploración y la navegación, como Cristóbal Colón, Hernando Colón o Amerigo Vespucci, quien fue nombrado piloto mayor de la Casa de la Contratación.

El Cuarto del Almirante conserva una disposición sobria, acorde con su función oficial, y fue posteriormente adaptado como Sala Capitular del Consejo de Indias, órgano supremo de gobierno para los territorios americanos. El mobiliario y la decoración actuales remiten a su uso administrativo y protocolario, con un artesonado de madera en el techo y elementos artísticos incorporados en reformas posteriores.

Una de las estancias más relevantes asociadas a este conjunto es la Sala de Audiencias, también conocida como Sala de los Almirantes, donde se celebraban actos solemnes y se conservaban documentos y mapas de navegación. En la actualidad, esta sala alberga ocasionalmente exposiciones y actos institucionales.

El Cuarto del Almirante y la Casa de la Contratación representan uno de los vínculos más directos del Real Alcázar con la expansión ultramarina de la Monarquía Hispánica y el papel central que desempeñó Sevilla en el comercio atlántico entre los siglos XVI y XVIII. Su preservación y adaptación permiten entender el funcionamiento de las instituciones coloniales desde un espacio que fue núcleo del poder económico y político en la época del Imperio.


Palacio Mudéjar - Palacio del Rey Don Pedro

El Palacio del Rey Don Pedro, también conocido como Palacio Mudéjar, es uno de los núcleos principales del Real Alcázar de Sevilla y una de las obras más destacadas de la arquitectura mudéjar en la península ibérica. Su construcción fue ordenada por el rey Pedro I de Castilla, conocido como Pedro el Cruel o Pedro el Justiciero, y se llevó a cabo entre 1356 y 1366, dentro del recinto del antiguo Alcázar islámico. El palacio fue concebido como residencia regia y símbolo del poder de la monarquía castellana, integrando elementos islámicos, cristianos y clásicos en un estilo característico del arte mudéjar, propio de la España bajomedieval.

El acceso principal se realiza desde el Patio de la Montería a través de una portada monumental decorada con yeserías, inscripciones en árabe y castellanadas, escudos reales y un alero de madera tallada. Esta fachada está flanqueada por dos torres y rematada por una inscripción en caracteres cúficos que alaba al monarca como defensor de la fe, pese a su imagen ambigua en la historiografía posterior.

En el interior del palacio se articula una compleja disposición de patios, salones y estancias privadas. El más importante es el Patio de las Doncellas, de origen islámico pero reformado en época de Pedro I con arcos polilobulados, zócalos de azulejos y techumbres artesonadas. Este patio fue objeto de una profunda restauración en el siglo XXI que permitió recuperar el estanque y los jardines centrales originales.

Entre las salas principales destaca el Salón de Embajadores, que constituye el espacio más representativo del poder regio. Cubierto por una cúpula semiesférica de madera dorada con forma de media naranja, realizada en 1427 por Diego Ruiz y Juan de León, el salón se utilizaba para recepciones oficiales y actos diplomáticos. La decoración incluye inscripciones árabes de carácter laudatorio, escudos heráldicos y una rica ornamentación geométrica y vegetal.

El palacio también alberga estancias privadas como el Cuarto del Príncipe, el Salón del Techo de Carlos V y la Sala de los Reyes Católicos, donde se perciben las reformas posteriores realizadas por los monarcas cristianos durante los siglos XV y XVI, que incorporaron elementos renacentistas sin alterar la esencia mudéjar del conjunto.

El Palacio del Rey Don Pedro representa una síntesis única de las tradiciones culturales que coexistían en la Castilla del siglo XIV. A través de la reutilización de técnicas islámicas y artesanos musulmanes, Pedro I articuló un discurso visual de poder y legitimidad, en continuidad con los antiguos emires de al-Andalus. Hoy en día, este palacio sigue siendo una de las joyas arquitectónicas más visitadas y estudiadas del Real Alcázar de Sevilla.


Palacio Gótico

El Palacio Gótico del Real Alcázar de Sevilla es uno de los sectores más antiguos del conjunto palaciego que aún se conservan tras la conquista cristiana de la ciudad en 1248. Fue mandado construir por el rey Alfonso X el Sabio en la segunda mitad del siglo XIII, y constituye una de las primeras grandes edificaciones cristianas dentro del antiguo recinto islámico. Este palacio representa el paso de una arquitectura de influencia islámica a formas góticas, adaptadas a la tradición castellana, aunque en constante diálogo con el entorno mudéjar sevillano.

El edificio se levantó sobre los restos de estructuras anteriores de época almohade, aprovechando parte de sus cimientos y disposición espacial. A diferencia del posterior Palacio de Pedro I, que asume plenamente la estética mudéjar, el Palacio Gótico presenta una arquitectura de líneas más sobrias, muros de mampostería, cubiertas de crucería y espacios amplios destinados al ceremonial cortesano. No obstante, su decoración ha sido objeto de múltiples reformas, especialmente durante los siglos XV y XVI, cuando se añadieron elementos renacentistas y mudéjares para armonizarlo con el resto del Alcázar.

Uno de los espacios más destacados del palacio es el Salón Gótico o Salón de los Banquetes, una gran nave de planta rectangular cubierta por bóvedas de crucería, que servía como comedor real y sala de recepciones. Este salón fue reformado tras el terremoto de Lisboa de 1755, que causó importantes daños en el Alcázar. Las obras de restauración modificaron su decoración interior, incorporando estucos, pinturas murales y mobiliario de época barroca. En la actualidad, este espacio se utiliza para actos institucionales, conciertos y recepciones oficiales.

El palacio incluye también otras estancias como la Capilla del Palacio Gótico, decorada con azulejería renacentista, y pequeñas salas de tránsito y servicio que conectan con otras zonas del conjunto. Desde el palacio se accede a los jardines históricos, lo que refuerza su carácter residencial y ceremonial.

Aunque en parte eclipsado por el esplendor decorativo del Palacio de Pedro I, el Palacio Gótico posee un gran valor histórico y arquitectónico, al ser testimonio directo de la consolidación del poder cristiano en Sevilla tras la Reconquista. Su construcción por Alfonso X refleja la voluntad de establecer una residencia regia estable en la ciudad, así como de integrarla en el contexto político y cultural del nuevo reino castellano-leonés. La permanencia de este palacio dentro del conjunto del Real Alcázar muestra la evolución arquitectónica de la monarquía medieval peninsular y su capacidad para adaptarse a tradiciones artísticas diversas.


Baños de María Padilla

Los Baños de María Padilla son uno de los espacios más singulares y evocadores del Real Alcázar de Sevilla. Se trata de una estancia subterránea abovedada que forma parte del conjunto del Palacio Gótico, situada bajo el Patio del Crucero, y cuya función original fue la de albergar cisternas para la recogida y almacenamiento de agua de lluvia.

El nombre con el que se conoce este espacio alude a María de Padilla, noble castellana del siglo XIV y amante del rey Pedro I de Castilla, aunque su vinculación directa con estos baños es legendaria. Según la tradición, María solía retirarse a este lugar para encontrar sosiego durante las calurosas jornadas sevillanas, lo que ha contribuido a crear una imagen romántica y misteriosa asociada al espacio. No existen, sin embargo, pruebas documentales que confirmen el uso personal de esta estructura por parte de la dama.

La sala presenta una planta rectangular cubierta por una serie de bóvedas de arista apoyadas sobre pilares que forman una secuencia rítmica de arcos. Esta arquitectura subterránea, sobria y de factura gótica, se conserva en excelente estado y mantiene en la actualidad una lámina de agua permanente, resultado de una restauración moderna que pretende evocar el uso original del espacio como aljibe.

Los Baños de María Padilla no fueron concebidos como baños reales al estilo islámico, sino como parte del sistema hidráulico del Alcázar, diseñado para abastecer de agua a los jardines y al conjunto palaciego. Su belleza reside en la pureza de sus líneas, la penumbra atmosférica y el reflejo de la luz sobre el agua, que crean un efecto visual de gran intensidad estética.

Este espacio es uno de los más fotografiados y visitados del Real Alcázar, no solo por su valor arquitectónico, sino también por el imaginario histórico y literario que lo rodea. Representa un ejemplo destacado de la funcionalidad y la monumentalidad que caracteriza a muchas estructuras ocultas del conjunto palaciego sevillano.


Estanque de Mercurio

El Estanque de Mercurio, ubicado en el Real Alcázar de Sevilla, es una de las joyas arquitectónicas y paisajísticas del complejo. Este estanque se encuentra a la altura del palacio, elevándose sobre el resto de los jardines, lo que le otorga una posición destacada y una vista impresionante.

El estanque está presidido por una estatua del dios Mercurio, realizada por Diego de Pesquera y fundida por Bartolomé Morel en 1576. La figura de Mercurio, junto con las barandas adornadas con leones y bolas con remates piramidales, añade un toque renacentista al entorno. Originalmente, todas estas piezas estaban doradas, y aún se pueden ver algunos restos de ese recubrimiento dorado.

El fondo del estanque está enmarcado por la Galería del Grutesco, una estructura que aprovecha un antiguo lienzo de muralla almohade. Esta galería, transformada en mirador alrededor de 1612 por Vermondo Resta, es un ejemplo del estilo manierista del Alcázar. La galería está decorada con piedras que simulan rocas marinas y pinturas murales que imitan mármol rojizo, con figuras y fábulas mitológicas.

El Estanque de Mercurio no solo es un lugar de gran belleza, sino que también tiene una rica historia, ya que originalmente recogía las aguas del acueducto romano conocido como los “Caños de Carmona”, reutilizado por los musulmanes para regar las huertas y jardines del Alcázar.


Jardines del Real Alcázar

Los Jardines del Real Alcázar de Sevilla forman uno de los conjuntos paisajísticos históricos más importantes de Europa, resultado de una evolución continua desde época islámica hasta el siglo XX. Su extensión, que abarca más de siete hectáreas, combina estilos y diseños que reflejan las distintas etapas históricas del Alcázar y las transformaciones culturales de la monarquía hispánica a lo largo de los siglos.

Los jardines tienen su origen en el antiguo riyād andalusí, el huerto-jardín islámico que combinaba funciones utilitarias y estéticas, organizado en cuadrantes regulares con canales de agua y plantaciones de frutales y plantas aromáticas. Este modelo fue conservado y adaptado tras la conquista cristiana de Sevilla en 1248. Alfonso X y sus sucesores mantuvieron y ampliaron los jardines, que fueron transformándose gradualmente según los gustos y modas de cada época.

Durante el reinado de Pedro I en el siglo XIV, y con la construcción de su palacio mudéjar, se reorganizaron parte de los jardines para adecuarlos a un concepto de residencia palaciega islámica, con patios interiores que prolongaban visual y funcionalmente los espacios ajardinados exteriores. En los siglos XVI y XVII, en plena época renacentista, los jardines fueron rediseñados al estilo italiano, con parterres geométricos, fuentes decorativas y esculturas mitológicas. Esta intervención coincidió con la ampliación del conjunto mediante nuevas construcciones como la Galería del Grutesco, diseñada en 1612 sobre la antigua muralla almohade por el arquitecto Vermondo Resta.

La Galería del Grutesco, elevada y decorada con estucos fingidos de grutas, permite una vista panorámica de los jardines y articula el espacio entre las zonas más antiguas y las áreas renacentistas. Junto a ella se extienden el Jardín de la Danza, con su estanque central, el Jardín de Troya y el Jardín de las Damas, todos organizados siguiendo patrones simétricos que combinan la jardinería ornamental con el uso del agua como eje compositivo.

Ya en el siglo XIX y principios del XX, se añadieron nuevas zonas de carácter paisajista, como el Jardín Inglés y el Jardín del Marqués de la Vega-Inclán, que incorporaron especies exóticas y elementos decorativos propios del romanticismo y del historicismo andaluz.

Los jardines del Alcázar son también un valioso jardín botánico, con especies procedentes de los cinco continentes, entre las que destacan cítricos, palmeras, cipreses, arrayanes, jacarandas y plantas aromáticas como el romero o el jazmín. El agua, presente en fuentes, acequias y estanques, es un elemento esencial en el diseño general, heredado de la tradición islámica y adaptado a lo largo del tiempo a las nuevas estéticas.

Este conjunto ajardinado ha sido escenario de usos regios, celebraciones diplomáticas y eventos culturales desde hace más de ocho siglos, y en la actualidad forma parte del recorrido monumental del Alcázar. Su carácter histórico, artístico y natural, junto con su integración armoniosa en el conjunto palaciego, lo convierten en un referente del arte de los jardines en España y en Europa.


Pabellón de Carlos V

El Pabellón de Carlos V, también conocido como Pabellón del Príncipe o Pabellón de la Feria, es una elegante construcción renacentista situada en los jardines del Real Alcázar de Sevilla. Su origen se remonta al siglo XVI, concretamente al reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, quien impulsó una serie de reformas en el conjunto palaciego para adaptarlo a los gustos y necesidades de la corte imperial.

Este pabellón fue edificado hacia 1543, coincidiendo con la boda del emperador con Isabel de Portugal y con la celebración en Sevilla de diversos actos festivos vinculados al poder imperial. Su ubicación estratégica, en el centro del Jardín de las Damas y próximo a la Galería del Grutesco, lo convertía en un punto de encuentro y contemplación, pensado para el descanso y disfrute de los monarcas en su tránsito por los jardines.

La estructura del pabellón es sencilla y de inspiración clasicista. Se trata de un edificio de planta cuadrada con una cubierta octogonal, rodeado por una galería abierta sustentada por columnas toscanas de mármol. Su diseño, sobrio y proporcionado, responde a los cánones del Renacimiento italiano, aunque adaptado al contexto sevillano. El interior es reducido y carece de una decoración monumental, ya que su función principal era la de mirador o espacio de reposo, más que residencia o salón ceremonial.

El Pabellón de Carlos V destaca por su integración armónica en el entorno ajardinado. Rodeado de naranjos, setos recortados y canales de agua, su silueta se refleja en las albercas cercanas, reforzando la sensación de simetría y serenidad que caracteriza al conjunto renacentista del Alcázar. Aunque modesto en dimensiones, su valor arquitectónico y simbólico es notable, ya que representa la voluntad del emperador de incorporar la estética clásica al palacio real sevillano, en sintonía con el humanismo del siglo XVI.

Hoy en día, el pabellón se conserva como parte integrante del recorrido monumental del Real Alcázar y constituye uno de los ejemplos más tempranos de arquitectura renacentista en Sevilla. Su presencia, junto con otras intervenciones de la época, marca el tránsito de la estética mudéjar a la renacentista en la evolución del complejo palaciego.


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